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Albert Einstein, reconocido mundialmente por su teoría de la relatividad, tenía una faceta menos conocida pero igualmente apasionada: su amor por la navegación.

Sin embargo, esta afición lo llevó a ser rescatado en más de 30 ocasiones en las aguas de Nueva York, evidenciando que, aunque era un maestro de la física, no lo era tanto en el arte de navegar.

La obsesión de Albert Einstein por navegar, pese a los riesgos

Einstein encontraba en la navegación una vía de escape y relajación frente a la complejidad de sus investigaciones. Poseía una embarcación llamada Tinef, término yidis que significa "sin valor" o "basura", reflejando quizás su humildad o sentido del humor.

A pesar de su entusiasmo, sus habilidades náuticas dejaban mucho que desear. Según relatos, más de 30 personas afirmaron haberlo rescatado en diversas ocasiones, ya sea porque su barco quedó encallado o volcó, impidiéndole regresar a la costa.

Su filosofía de navegación era peculiar: "Mi sistema de navegación es zarpar, hacerlo rápido, sin pensar en la energía o la velocidad, echarse hacia atrás, dejar que el barco vaya a la deriva". Esta actitud despreocupada explicaría la frecuencia de sus percances en el agua.

El velero Tümmler: el regalo que marcó la vida de Einstein

En su 50 cumpleaños, mientras residía en Caputh, Alemania, amigos adinerados le obsequiaron un velero llamado Tümmler. Este regalo le permitió disfrutar intensamente de la navegación, contando incluso con un embarcadero propio en su jardín.

Sin embargo, con el ascenso del nazismo, Einstein se vio obligado a exiliarse, dejando atrás su preciado velero. Intentó trasladarlo a los Países Bajos para evitar su confiscación, pero las circunstancias lo impidieron, y finalmente, el barco fue incautado por el régimen nazi.

Los rescates más insólitos de Einstein en aguas de Nueva York

Uno de los incidentes más destacados ocurrió en el verano de 1941 en el lago Lower Saranac. Einstein navegaba cuando su bote volcó, quedando atrapado bajo el agua con el pie enganchado en el aparejo. Un joven de 10 años, Don Duso, presenció el accidente y acudió en su ayuda, logrando liberarlo y llevarlo a salvo a la orilla. Este acto heroico probablemente salvó la vida del científico.

A pesar de estos repetidos incidentes, Einstein nunca perdió su amor por la navegación. Su actitud despreocupada y su resistencia a aprender a nadar o a utilizar motores en sus embarcaciones reflejan su carácter independiente y su deseo de desconectar del mundo académico.

Estas anécdotas nos muestran una faceta más humana y vulnerable del genio, recordándonos que, incluso las mentes más brillantes, tienen sus debilidades y pasiones.