A fines de abril, el ministro de Economía, Luis Caputo, decía: "Estamos en una situación en que tenemos un gran auto, somos de los cinco mejores países para el Fondo en fundamentals, tenemos un gran motor y, como pasa en los autos, pide más nafta. Nosotros, por el contrario, por el diseño de la política, estuvimos sacando nafta, retiramos pesos por superávit (fiscal). Necesitamos que la economía se remonetice para que el nivel de crecimiento se mantenga o suba". Hacia mediados de mayo, insistía con el concepto: "A raíz de esta mayor estabilidad, ahora la sociedad demanda más moneda. Pasamos de un esquema donde los pesos sobraban a un esquema donde faltan. Cuando tenés una economía sana, la gente empieza a demandar más dinero y empieza a haber más crédito". Y concluía: "Necesitamos que haya más dinero en la economía. Eso es lo que se llama remonetización, no nos importa si se produce en pesos o en dólares". Argentina es ese país en el que los escenarios cambian drásticamente en unas semanas, mientras a lo largo de las décadas suceden fenómenos asombrosamente similares, aunque siempre los gobiernos de turno digan (con derecho) "esta vez es diferente". "Tasa vs. Dólar", es uno de los clásicos más famosos de la historia económica argentina. Cómo lo expresó Ricardo Arriazu, "digan lo que digan, la prioridad 1 es que no se les escape el tipo de cambio" y "van a hacer lo imposible para que el dólar no toque el techo de la banda". Ahora bien, ¿cómo pasamos del faltan pesos en la economía, a un apretón monetario, vía una violenta suba de encajes -el dinero de los depositantes que las entidades financieras no pueden prestar-- que los bancos mismos consideran "salvaje" y anticipan que "hay olvidarse del crédito por algunos meses"? Del hay que ponerle nafta al auto, al "no vamos a permitir un peso extra en la calle", como dijo el titular del Banco Central, Santiago Bausili, días atrás. Para el Gobierno, cayó de golpe la demanda de dinero por la desconfianza e incertidumbre que genera el proceso electoral binario en Argentina: el "riesgo Kuka". Milei es el principal impulsor de esa idea. En la última reunión con legisladores en Olivos, les adelantó que el Banco Central subiría los encajes bancarios, como ocurrió horas después, y que lo volvería a hacer hasta el nivel "que sea necesario" para garantizar la estabilidad y la desinflación hasta fines de octubre. Antes del súper apretón monetario, ya era evidente la desaceleración en el crédito y la suba de la morosidad en préstamos personales y tarjetas de crédito. En el último año, el crédito en pesos se duplicó y en dólares se triplicó, pero esa expansión alcanzó un techo y uno de los motores de la recuperación se estaba quedando sin combustible, con los depósitos en pesos (reales) y dólares estancados. Lastasas de interés nominales no habían acompañado la desinflación, con lo cual la tasa real más alta presionaba sobre la cartera de préstamos. Entre febrero y junio 2025, además, el salario real privado formal cayó 4,3%, con el dato del SIPA (Sistema Integrado Previsional Argentino). Mientras que la lenta recuperación del empleo privado registrado, iniciada en agosto 2024, se estancó. También según el SIPA, entre diciembre 2023 y julio 2024, se perdieron 122.701 puestos de trabajo privados formales; en tanto, desde entonces hasta marzo 2024, se crearon sólo 19.729 empleos (16% de lo perdido). Sin embargo, desde diciembre pasado ese proceso se frenó. Así que tenía razón Caputo cuando decía que era necesario "monetizar" una economía que se quedaba sin combustible. El surtidor era la monetización con los dólares del colchón. Pero nunca arrancó y los dólares no sólo no salieron del colchón sino que siguieron yéndose. Sin cepo para personas físicas, entre abril y junio, la compra de dólares sin asignación específica (la llamada "formación de activos externos") alcanzó U$S 9.298 millones, mientras que los depósitos en dólares crecieron sólo 1.491 millones. Del resto, una parte fue a pagar el boom de viajes y tarjetas de créditosal exterior y otra al "colchón". Sin dólares, monetizar la economía con pesos es un desafío. Requiere confianza y/o que el BCRA compre los dólares de la balanza comercial, como sugería el FMI, acumulando reservas y emitiendo pesos, probablemente con un tipo de cambio más alto y algo más de inflación. El Gobierno dijo que volcaría pesos a la economía, cada vez que no se renovara la totalidad de ladeuda en pesos del Tesoro, utilizando pesos que le transfirió (emitió) el BCRA, como pago de "utilidades" a su único accionista. El dólar empezó a subir desde fines de junio, cuando se acercaba el final del adelanto de los dólares del campo por labaja de retenciones; luego vino el "comprá campeón", el desarme de las LEFI, el aumento drástico de encajes, en fin. El equipo económico dictaminó que la confianza-demanda de pesos bajó por la estacionalidad electoral, y de paso mostró que también cayó su confianza en la flotación cuando el dólar se acercó al techo de la banda cambiaria. En los últimos 30 días, según datos del BCRA, la tasa nominal anual (TNA) para adelantos en cuentas corrientes a empresas con acuerdo pasó de 34,6% al 80%. Con una inflación proyectada, próximos 12 meses, de 21%. Un desquicio de tasas reales que golpeará a empresas, empleados y consumidores. Las PyMEs que suelen financiarse con descuentos de cheques y descubiertos ya sienten el cimbronazo. Desde mediado de julio, los adelantos a empresas, tras alcanzar un pico de 9,3 billones cayeron casi 13%. El apretón monetario impacta negativamente por tres canales: En el mejor de los casos, hasta octubre Caputo apuesta a rearmar el "carry trade", y descomprimir un poco la tasa, garantizando la estabilidad cambiaria. En el peor, están dispuestos, como anticipó Milei, a darle otra vuelta al torniquete de pesos. La consultora Macroview suele hacer la "cuenta del almacenero" del mercado cambiario. Entre agosto y diciembre, la proyección de oferta de dólares (exportaciones, ONs/Préstamos financieros y "otros ingresos" de capital) arroja un promedio mensual de U$S 7.500 millones. La demanda de dólares por importaciones y "otros egresos" rondaría U$S 6.300 millones, suponiendo un ajuste en la demanda de bienes importados. Para llegar a un equilibrio entre oferta y demanda habría que suponer entonces un fuerte ajuste en la demanda por atesoramiento y viajes al exterior, que promedió U$S 3.500 millones en el trimestre pasado, y además presumir que el Tesoro y el BCRA no comprarán dólares hasta diciembre, algo que contradice la nueva meta de acumulación de reservas acordada con el FMI. No cierra. Salvo que "TMAP" (Todo Marche Acorde al Plan): un derrumbe del riesgo país con una fuerte oferta de dólares vía ingreso de capitales (del exterior y colchón), tras un triunfo electoral. De no ocurrir, habrá que aplicar el plan B del FMI y perder el miedo a la flotación.