El resultado de las PASO y la divisiones internas que la CGT dejó a la vista en su marcha del pasado martes, parecen haber retemplado el ánimo de la primera línea del Gobierno. La actitud que se observa por estas horas en la Casa Rosada es similar a la que moldeó la marcha cuasi espontánea del 1 de abril pasado. Ese acontecimiento, al que los propios integrantes de Cambiemos le habían bajado el tono por miedo a que se convirtiese en un fiasco, alcanzó una magnitud tal que terminó fortaleciendo al oficialismo. Desde ese momento, los hombres del Presidente sintieron que se les abría un espacio para retomar la iniciativa después de varios errores no forzados del verano.
Por eso en las últimas horas Mauricio Macri decidió empezar a tomar algunas de esas decisiones que no se animó a ejecutar por temor a un costo político siempre nebuloso. Avanzar contra el camarista Eduardo Freiler y remover a funcionarios ligados a los gremios fue un primer paso, y la pregunta que todavía los analistas no llegan a predecir, es qué alcance pueden tener los siguientes.
Este ímpetu tiene que durar al menos hasta que se conozca el escrutinio definitivo de la elección bonaerense, momento que los responsables de esa tarea (la justicia electoral de la provincia) creen que llegará a fines de la semana próxima. En Cambiemos saben que hay una alta probabilidad de que así como el recuento provisorio favoreció a Esteban Bullrich, la instancia final muestre una muy corta ventaja a favor de Cristina Kirchner, en virtud de la cantidad de mesas que no se contabilizaron de La Matanza, su principal bastión electoral.
El Gobierno espera conseguir un nuevo impacto con la presentación del Presupuesto 2018, el próximo 15 de septiembre. Tal vez no esté destinado a su electorado, pero si a los empresarios e inversores que aguardan certezas sobre el cumplimiento del programa de reducción del déficit fiscal. Los ministros y la Jefatura de Gabinete están por estas horas en pleno cruce de planillas, en las que la fijación de techos al gasto es respondida con recortes de áreas y programas que ningún área podrá eludir de cara a la meta de bajar un punto del PBI el rojo de 2018.
Macri no se ha tentado hasta ahora con la tendencia futbolera de cambiar de técnico por la falta de resultados. Solo aceptó sacrificar a aquellos integrantes de su gabinete que no se amoldaron al espíritu del equipo. Pero mira alrededor y piensa donde más vale la pena apretar el acelerador antes de que la gestión quede trabada en el barro burocrático del día a día.