Le preguntaron anoche a Miguel Ángel Pichetto si en Río Negro perdió la Presidenta de la Nación. Respondió que no.
Toda una provincia le fue esquiva al hombre que fue espada K en el Senado nacional. Los rionegrinos castigaron al peronismo que por primera vez desde 1983 llegó al poder cuatro años atrás. Ayer Alberto Weretilneck se consolidó como heredero de Carlos Soria, cuyo lugar ocupó tras su asesinato. La relación de Weretilneck fue y vino con sus ex aliados del PJ que fueron parte de su gabinete e incluso intentaron manejar la gestión. La sociedad finalmente se rompió, Pichetto concentró el envío de fondos y gestiones nacionales, fortaleció vínculos con intendentes peronistas y fue acompañado en la campaña por Daniel Scioli y Florencio Randazzo. No le alcanzó y perdió un sueño de más de 20 años tal vez porque no cayeron bien las peleas con el gobernador que resistió.
Weretilneck tuvo otro acierto: se alejó de Sergio Massa antes de concretar la alianza y se salvó con boleta propia en comicios separados de la elección nacional. La pelea de los chacareros con la Nación y los males compartidos con otras provincias, eyectaron las demandas de los rionegrinos hacia el gobierno nacional.
Santa Fe fue totalmente distinta. La provincia no le dio aire a Mauricio Macri que esperaba un triunfo contundente. Sin que ganara el peronismo, le dio más alegría a Cristina Fernández de Kirchner y al Frente para la Victoria: Omar Perotti creció por lo menos 9 puntos desde las PASO, con apoyo del gobierno nacional, de Scioli, Randazzo y de otros gobernadores como Juan Manuel Urtubey. En lugar de ser un triunfo opositor fue casi un triple empate en una provincia con peso en el padrón nacional.