El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en el mundo, incluyendo a miles de familias en Colombia. Su avance progresivo impacta no solo la memoria, sino también la capacidad para razonar, hablar y realizar actividades cotidianas.
Aunque hoy no existe una cura definitiva, diversos estudios han demostrado que ciertos cambios en el estilo de vida pueden retrasar el deterioro cognitivo, especialmente cuando se aplican en las primeras etapas. Uno de esos cambios, según expertos, es mucho más sencillo de lo que muchos imaginan.
Este es el primer paso que recomiendan los expertos
Numerosos neurólogos coinciden en que la actividad física regular es el primer y más importante paso que puede dar una persona con diagnóstico temprano de Alzheimer. Según la Asociación de Alzheimer de EE.UU., caminar a paso ligero entre 30 y 45 minutos, cinco veces a la semana, mejora la irrigación cerebral y estimula la regeneración neuronal.
Un estudio latinoamericano evidenció que la actividad física se asocia con un menor deterioro cognitivo en adultos mayores: a mayor nivel de ejercicio, menor deterioro observado en funciones de orientación e información.
Además, la revisión llevada a cabo por Castro-Jiménez y Galvis (2018) concluye que el ejercicio contribuye a detener el deterioro cognitivo y mejora aspectos emocionales y sociales de los adultos mayores.
Por qué el ejercicio supera a otros tratamientos en etapas tempranas
A diferencia de los medicamentos, que muchas veces tienen efectos secundarios o solo abordan los síntomas, el ejercicio produce un impacto directo en la salud cerebral. Las endorfinas que se liberan durante la actividad física reducen la inflamación y favorecen la conexión entre neuronas.
Un estudio publicado en Neurology en 2019 demostró que los adultos mayores con Alzheimer leve que realizaban actividad física mostraban un deterioro mucho más lento que quienes llevaban una vida sedentaria. Y lo más importante: los beneficios eran notorios incluso en personas de más de 75 años.
Otras acciones simples que pueden acompañar el tratamiento
Si bien el ejercicio es clave, no es la única herramienta. Mantener una rutina de sueño adecuada, evitar el alcohol y el tabaco, y realizar ejercicios mentales como leer, hacer crucigramas o tocar un instrumento también contribuyen a preservar la función cognitiva.
Finalmente, el apoyo emocional también es fundamental. Rodearse de un entorno comprensivo, mantener vínculos sociales activos y asistir a grupos de contención puede mejorar la calidad de vida de quienes conviven con la enfermedad y sus cuidadores.