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Tener un gato como mascota es aceptar su naturaleza independiente y, muchas veces, desconcertante. Uno de los comportamientos más frustrantes para sus dueños es que, al llamarlos por su nombre, el felino parece ignorarlos. Sin embargo, estudios recientes demuestran que no se trata de un problema de entendimiento, sino de elección.

Investigaciones de la Universidad de Tokio confirmaron que los gatos pueden reconocer la voz de sus dueños y diferenciar su nombre entre otras palabras. Aun así, su respuesta depende de su interés y motivación en el momento. Es decir, sí escuchan, pero no siempre consideran necesario reaccionar.

Esta particularidad se debe, en gran parte, a su historia de convivencia con los humanos. A diferencia de los perros, que fueron domesticados para obedecer órdenes, los gatos se acercaron a los asentamientos humanos por conveniencia -principalmente para cazar roedores- y mantuvieron su autonomía.

Por qué los gatos entienden las órdenes pero deciden ignorarlas

El estudio japonés con 20 gatos domésticos reveló que, al escuchar su nombre o la voz de su dueño, muchos felinos reaccionaban con señales sutiles, como mover las orejas o girar la cabeza, pero rara vez acudían al llamado. Esta actitud confirma que la comunicación con ellos es distinta a la que se establece con los perros.

Los especialistas señalan que esta conducta no es un signo de desinterés hacia la persona, sino de independencia. Los gatos priorizan su comodidad y sus propios tiempos. Si están descansando, explorando o concentrados en otra actividad, es poco probable que interrumpan lo que están haciendo para acercarse.

Esta forma de actuar está profundamente ligada a su naturaleza felina. Al no haber sido domesticados con fines de obediencia, no desarrollaron un instinto de respuesta inmediata ante órdenes humanas. Para ellos, obedecer no es una obligación, sino unaopción.

La independencia felina y su relación con los humanos

La clave para entender por qué su gato no acata órdenes radica en aceptar que su vínculo con nosotros no se basa en jerarquías, sino en una convivencia igualitaria. Ellos se relacionan con las personas por interés mutuo: compañía, alimento y seguridad, pero sin renunciar a su autonomía.

Además, su capacidad de decisión es parte de lo que los hace tan particulares. Un gato puede reconocer su nombre perfectamente, pero si no encuentra una razón que lo motive, no se moverá. Esto incluye factores como su estado de ánimo, el momento del día o incluso la forma en que se le llama.

Para lograr una mejor respuesta, los especialistas recomiendan reforzar el vínculo con refuerzos positivos, como premios o caricias, cuando el gato acuda al llamado. Sin embargo, es importante no esperar una obediencia constante.