La ciencia sigue demostrando que, a veces, las mayores riquezas del planeta están mucho más cerca de lo que pensamos y, paradójicamente, fuera de nuestro alcance.
Un equipo internacional de investigadores ha revelado que bajo nuestros pies se encuentra el mayor depósito de oro jamás identificado en la historia, con una concentración que supera cualquier yacimiento superficial conocido.
Este descubrimiento no sólo redefine la forma en que entendemos la formación de la Tierra, sino que también abre un debate sobre la viabilidad de acceder a recursos naturales atrapados en lo más profundo del planeta. La noticia no ha tardado en generar un gran interés por la magnitud de las cifras que se manejan y por la imposibilidad de explotarlas.
El oro que nunca veremos: alberga el 99,999% de todo el planeta
La investigación, liderada por la Universidad de Göttingen, en Alemania, y publicada en la revista Nature, confirma que el núcleo de la Tierra alberga aproximadamente el 99,999% del oro del planeta. Esto significa que casi toda la reserva mundial de este metal precioso no se encuentra en minas ni ríos, sino a miles de kilómetros bajo la superficie, mezclada con hierro fundido.
La explicación está en la propia historia del planeta: cuando la Tierra se formó, los elementos más densos, como el hierro, se hundieron hacia el centro.
El oro, que tiene una afinidad química con este metal, fue arrastrado con él. Así, mientras los depósitos superficiales son limitados y cada vez más difíciles de extraer, el verdadero tesoro permanece encerrado a profundidades inalcanzables.
¿Cuánto oro hay realmente ahí abajo?
Los investigadores utilizaron experimentos de laboratorio que recrean las condiciones extremas del núcleo terrestre: temperaturas de más de 5.000 °C y presiones 3,6 millones de veces superiores a la atmósfera.
Con esos datos, calcularon que el núcleo podría contener suficiente oro para cubrir toda la superficie terrestre con una capa de más de medio metro de espesor.
Pero el hallazgo no significa que podamos acceder a él. Las tecnologías de perforación más avanzadas apenas alcanzan 12 kilómetros bajo la corteza, mientras que el núcleo externo se encuentra a más de 2.900 kilómetros de profundidad.
El desafío que representa para la ciencia y la minería
Este descubrimiento plantea un gran dilema: aunque las reservas superficiales de oro se agotan y su extracción se vuelve más costosa, el mayor depósito conocido está completamente fuera de nuestro alcance. Para la minería, supone aceptar que hay límites naturales que la tecnología no puede romper todavía.
Al mismo tiempo, invita a reflexionar sobre la explotación sostenible de los recursos y la necesidad de buscar alternativas.
Si bien hoy no existe forma de acceder a esa inmensa cantidad de oro, estos elementos no permanecen totalmente inmóviles: migran lentamente hacia las capas superiores del planeta, lo que deja entrever la posibilidad -lejana y medida en millones de años- de que algún día puedan ser aprovechados.