

En el Complejo Naval de Itaguaí, junto a la costa del estado de Río de Janeiro, la Armada de Brasil sumó un nuevo hito: la puesta en marcha de un submarino construido localmente, que se incorpora a una flota destinada a proteger la denominada Amazonia Azul.
El programa, impulsado en alianza con la francesa Naval Group, ya movilizó a miles de trabajadores y coloca al país en una nueva dimensión tecnológica.
La iniciativa PROSUB agrupa la modernización de infraestructura y la fabricación de unidades submarinas en serie. Hasta ahora, las naves completadas son de propulsión diésel-eléctrica, pero la fase siguiente contempla el desarrollo del primer submarino nuclear nacional para 2033.
Industria naval y empleo local
La construcción del reciente sumergible requirió la participación masiva de mano de obra especializada: más de dos mil personas concentradas en el astillero participaron en las etapas finales, y en todo el corredor industrial vinculado al proyecto laboran cerca de 5000 empleados. El impacto económico y técnico se nota en talleres, proveedores y en la cadena de formación de ingenieros navales.

El complejo de Itaguaí se ha convertido en la mayor instalación de su tipo en Latinoamérica, con capacidades de diseño, ensamblaje y puesta a punto que permiten a Brasil controlar buena parte del ciclo productivo de sus submarinos.
Capacidades y ventajas del impulso nuclear
Los submarinos con propulsión atómica ofrecen autonomía de operación muy superior y velocidades mantenidas sin necesidad de emerger para recargar baterías, ventajas que transforman el alcance operativo de la Armada. Para un país con intereses en la plataforma continental y en recursos marítimos, esa capacidad tiene valor estratégico directo.
El paso hacia la propulsión nuclear también sitúa a Brasil en una liga distinta en términos de influencias y percepción regional, lo que provoca observación atenta por parte de potencias con flotas oceánicas consolidadas.
Plazos, inversión y desafíos
El programa completo supone una inversión multimillonaria y una cooperación técnica sostenida con Naval Group; el ambicioso calendario fija el primer submarino nuclear para comienzos de la década de 2030. Mantener la financiación y sortear exigencias regulatorias y técnicas será crucial para no demorar los plazos.
Mientras tanto, las nuevas unidades convencionales ya realizan patrullajes y maniobras de adiestramiento en el Atlántico. En la práctica, Brasil combina la consolidación de capacidades locales con una estrategia de proyección marítima cada vez más marcada.












