

El 7 de mayo de 2025 comenzó en el Vaticano uno de los eventos más importantes de la Iglesia Católica: el cónclave para elegir al nuevo papa. En un contexto global marcado por la inteligencia artificial, la vigilancia digital y las filtraciones masivas, la Santa Sede decidió implementar un apagón digital total y un operativo de seguridad sin precedentes.
Durante el desarrollo del cónclave, se prohibió cualquier contacto con el exterior donde la medida incluyó la desconexión total de redes móviles, señales de radio, wifi e internet, así como la entrega obligatoria de dispositivos electrónicos por parte de los cardenales.
El objetivo fue garantizar que ninguna información saliera a la luz antes del anuncio oficial del nuevo sumo pontífice.

Apagón total de comunicaciones y bloqueo tecnológico en todo el Vaticano
Desde el primer minuto del cónclave, el Vaticano suspendió todas las señales de comunicación en su territorio, ningún cardenal pudo conservar su teléfono móvil, reloj inteligente, tablet o computadora portátil. Además, se colocaron inhibidores de señal en los accesos clave para evitar la interceptación de datos o llamadas encubiertas durante el proceso de elección.
La Capilla Sixtina, donde se llevan a cabo las votaciones, fue equipada con escudos contra interferencias externas y tecnologías anti-espionaje, como bloqueadores de drones y sistemas que neutralizan posibles intentos de captación de audio o video mediante láseres. En este sentido, este blindaje garantiza que el contenido de las deliberaciones se mantenga en secreto hasta el anuncio del nuevo papa.
Seguridad extrema en el Vaticano: drones militares, cámaras 360° y espacio aéreo cerrado
El Vaticano reforzó su seguridad con un despliegue inédito donde se bloquearon los accesos a la Ciudad del Vaticano, se cerró el espacio aéreo y se desplegaron drones de vigilancia equipados con cámaras térmicas y visión nocturna. También se activaron sistemas de defensa anti-drones, capaces de detectar y neutralizar cualquier objeto volador no autorizado en segundos.

En tierra, más de 650 cámaras de vigilancia monitorean los alrededores del Vaticano, mientras unidades blindadas y fuerzas especiales controlan los puntos de entrada. A esto se suma una avanzada ciberdefensa, con especialistas que monitorean posibles ataques informáticos o intentos de hackeo a los sistemas de la Santa Sede durante los días del cónclave.
Vaticano: juramento de secreto absoluto y sanción de excomunión inmediata
Como es tradición, los 133 cardenales electores firmaron y pronunciaron un juramento solemne de confidencialidad antes del inicio del cónclave. Se comprometieron a no revelar, bajo ninguna circunstancia, lo que ocurra durante las deliberaciones. Cualquier violación de este pacto implica la excomunión automática, una sanción máxima dentro de la Iglesia Católica.
Esta norma, vigente desde hace siglos, cobra especial importancia en la era digital. Ante el riesgo de filtraciones por medios tecnológicos, el Vaticano no solo apeló al compromiso espiritual de los participantes, sino que también reforzó los controles físicos y digitales para impedir cualquier fuga de información antes de que se anuncie el nombre del nuevo Papa.












