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La startup estadounidense Radia presentó un proyecto aéreo sin precedentes: el WindRunner, el avión de carga más grande del mundo. Pensado para transportar palas de turbinas de tamaño extraordinario directamente a parques remotos.

El prototipo aspira a ofrecer una solución integral al problema logístico de la industria renovable: facilitar el traslado de componentes que hoy son difíciles y costosos de mover por carretera, y así ampliar la capacidad de generación en zonas apartadas sin depender de rutas terrestres complejas.

Diseño y capacidades técnicas

El WindRunner tendrá 108 metros de longitud y una envergadura cercana a 80 metros, con una bodega de carga diseñada para alojar palas de hasta 105 metros. Su configuración permitirá combinar piezas en la bodega (por ejemplo tres palas de 80 metros) y operar desde pistas sin pavimentar de alrededor de 1800 metros, con una capacidad de carga cercana a 74 toneladas.

De concretarse, el WindRunner podría ofrecer soluciones a la industria eólica.
De concretarse, el WindRunner podría ofrecer soluciones a la industria eólica.Radia

El alcance estimado, en torno a 2000 kilómetros, lo posiciona para volar principalmente en Norteamérica, Europa y Sudamérica, objetivo que la empresa describe como un despliegue en tres continentes para servir el mercado eólico global.

Alianzas, financiación y producción

Radia ha recaudado capital privado y sumó colaboradores industriales para avanzar en el programa: fabricantes europeos participan en la producción de fuselaje, pilones y otros componentes, mientras proveedores estadounidenses supervisan la seguridad y certificación. La estrategia combina componentes certificados y soluciones comerciales para contener costos.

El proyecto avanzó hasta pruebas en pequeño y ahora planea prototipos de tamaño real; además, existen acuerdos exploratorios con entidades estatales interesados en usos logísticos y de defensa, lo que abre vías complementarias de financiación y validación.

Dudas, riesgos y futuro posible

Especialistas del sector advierten que la empresa enfrenta retos regulatorios y técnicos: la certificación de una aeronave inédita, la viabilidad financiera y la competencia de alternativas como dirigibles o transporte marítimo siguen en discusión. La falta de experiencia previa en construcción aeronáutica añade incertidumbre.

Si Radia supera esos obstáculos, el WindRunner podría convertirse en un actor clave para acelerar la expansión de la energía eólica terrestre y facilitar la llegada de proyectos renovables a lugares hoy inaccesibles.