En abril de este año, el BCRA estableció como un objetivo el seguimiento de la demanda privada de dinero, definiendo metas trimestrales para su monitoreo. Desde esa fecha a la actualidad no se dieron demasiados detalles de las acciones que tomaría la autoridad monetaria en caso de que la evolución de la variable a seguir se desviase del objetivo proyectado.
En el último tiempo la demanda de dinero se desvió significativamente de lo programado por el BCRA, por lo que creemos que hacia adelante, habiéndose despejada la incertidumbre electoral, se tomarán medidas para volver a encauzarla. Teniendo superávit fiscal, y habiendo redireccionado los pasivos remunerados del BCRA hacia el crédito privado (aka Punto Anker), la fuente de pesos que surge para abastecer la recuperación de la demanda de dinero es la emisión de pesos por parte del BCRA posterior a la compra de divisas en el MULC.
A diferencia de otros momentos de la historia económica argentina, dichos pesos no serían esterilizados con deuda emitida por la autoridad monetaria (bajo el supuesto que esto implica inflación futura) sino que serán absorbidos por el sector privado para dinamizar la economía.
Este nuevo escenario, emitir pesos sin que sean esterilizados, trae dos grandes incógnitas: i) ¿Cuál es el tamaño de la emisión (y, por lo tanto, cuánto será la compra de divisas)?; ii) ¿cómo se llevará a cabo? Para el primer punto estimamos que la emisión de pesos será de aproximadamente 6.000 millones de dólares, producto de la recomposición de la demanda de dinero a los valores proyectados por el BCRA (esto incluso puede ser mayor si los agentes venden dólares), en tanto que para el segundo punto la autoridad monetaria, creemos, establecería un "ritmo de compras" (de acuerdo al wording del vicepresidente de la autoridad monetaria en una presentación reciente). Esto último nos lleva a esperar algún esquema relativamente estandarizado, y público, de compras de divisas (considerando la estacionalidad que hay en la oferta de dólares).
Lo mencionado anteriormente no está exento de riesgos. Si no hay una oferta suficiente de dólares por parte del sector privado, el BCRA corre el riesgo de presionar hacia arriba el tipo de cambio, limitando las expectativas de baja de inflación. Actualmente, el spread que tiene el BCRA entre comprar dólares (dentro de la banda) y venderlos (en el límite superior) es de 5%, algo considerable para adquirir reservas por un tamaño diario que no afecte la liquidez del mercado. Por último, la compra de divisas contra pesos no esterilizados llevaría a una mejora patrimonial importante para el BCRA, ya que tendría un activo (reservas) cuyo valor aumentaría, al menos, siguiendo la nominalidad de la economía contra un pasivo (pesos emitidos) que perderían valor (cada vez menos) en el tiempo.
