

El panorama del conflicto en Ucrania se ha intensificado tras la autorización de Estados Unidos para que Kiev utilice misiles de largo alcance en operaciones dirigidas al territorio ruso.
Esta medida, confirmada por el enviado especial de Estados Unidos, Keith Kellogg, permite a las fuerzas ucranianas ejecutar ataques más allá de la línea del frente, aunque bajo la estricta supervisión del Pentágono y la aprobación directa del presidente Donald Trump para cada caso.
La noticia ha generado una respuesta de visible cautela por parte del Kremlin, que ahora se enfoca en analizar las implicaciones militares y políticas de este significativo cambio en la estrategia occidental.
Crecen las especulaciones por la respuesta de Moscú
El portavoz presidencial ruso, Dmitri Peskov, fue el encargado de expresar la posición de Moscú. En su rueda de prensa diaria, declaró que el Kremlin está "analizando cuidadosamente" las declaraciones y el alcance real de la medida.
En lugar de una reacción inmediata, el funcionario priorizó la necesidad de "comprender las posibles amenazas" y determinar exactamente quién estará involucrado en el proceso de ataque. Esta postura prudente sugiere que Moscú está midiendo la escalada y las responsabilidades directas antes de articular una respuesta oficial y contundente.
Estas preguntas subrayan la suspicacia de Moscú sobre si esta autorización implica una participación más directa del personal militar de EEUU en la planificación y ejecución de los ataques, lo cual podría redefinir las reglas de enfrentamiento en la guerra.
En última instancia, la decisión estadounidense responde a las recientes gestiones de Kiev y a la necesidad de aumentar la capacidad de disuasión frente a lo que Keith Kellogg llamó las "provocaciones de Moscú" cerca de la OTAN. Aunque Ucrania trabaja en el desarrollo de sus propios misiles y drones, su dependencia del apoyo tecnológico y armamentístico de aliados como Estados Unidos sigue siendo crucial. La autorización de estos ataques de largo alcance marca un punto de inflexión, elevando el riesgo y obligando a todas las partes a reevaluar sus estrategias militares y diplomáticas.















