En esta noticia
Hace más de 15 años encaré un desafío profesional sumamente significativo en mi carrera: dejar el mundo de las finanzas para crear el área de acceso para el negocio de oncología de Novartis Argentina. Era un contexto muy diferente ya que no discutíamos sobre la sustentabilidad del sistema de salud como lo hacemos hoy. Actualmente, en Novartis somos un equipo de 20 personas de diferentes disciplinas con un propósito común: lograr que las innovaciones lleguen a la mayor cantidad de pacientes, sin perder de vista el contexto actual el cual nos exige ser sumamente responsables.
Dadas las particularidades propias de la Argentina, muchas veces resulta difícil replicar soluciones que fueron útiles en otros países del mundo. En Argentina coexisten tres subsistemas de atención de la salud: el público, que incluye a las personas que no tienen ninguna cobertura de salud; el de la seguridad social, en el que podríamos agrupar tanto a las obras sociales sindicales como las provinciales y el PAMI; y el sector privado, el cual se compone de las empresas de medicina prepagas y mutuales que se sustentan de los aportes de los usuarios. Esta fragmentación no necesariamente redunda en equidad ni en eficiencia. Por ello es que el desafío de quienes trabajamos en las áreas de acceso de la industria farmacéutica es ser lo más disruptivos y flexibles posibles.
Acuerdos orientados a la prevención: una herramienta costo efectiva
La enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte a nivel mundial por lo que su prevención resulta clave. Según la Organización Panamericana de la salud "en general, los estudios indican que el tratamiento de los trastornos que en lo individual constituyen factores de riesgo cardiovascular, puede resultar costo-efectivo, siempre y cuando las personas sean sometidas a un tamizaje y rigurosamente seleccionadas para ser tratadas según su riesgo absoluto de sufrir una enfermedad cardiovascular." Hoy, el sector público en Argentina es el subsistema que agrupa a la mayor cantidad de gente y eso nos obliga a pensar en un nuevo modo de hacer en materia de acceso. Por eso es que a lo largo de estos años entablamos acuerdos de reciprocidad con diferentes provincias para instrumentar programas piloto, replicables y escalables, de prevención y tratamiento para las enfermedades cardiovasculares. En estos acuerdos, buscamos optimizar el tratamiento de un subgrupo de pacientes con
antecedentes de eventos cardiovasculares. Es a través de una terapéutica que se aplica dos veces al año y que reduce sustancialmente los niveles de colesterol LDL. La finalidad última es que la innovación sea más accesible y poder impactar positivamente en la vida de aquellos pacientes que no responden a las tecnologías disponibles.
Una única infusión que causa un beneficio para toda la vida
Este año alcanzamos un acuerdo inédito con el Ministerio de Salud de la Nación para la cobertura de la primera terapia génica para la atrofia muscular espinal (AME). Las formas más graves de provocan la pérdida rápida e irreversible de neuronas motoras, afectando a funciones musculares como la respiración, la deglución y los movimientos básicos. La terapéutica desarrollada por Novartis es una terapia de reemplazo genético que se aplica en una única vez. En esta infusión se reemplaza el gen SMN1 mutado o ausente en el paciente por una copia sana y funcional del mismo gen.
En el marco de este acuerdo, se negoció un precio específico, se definió un perfil de paciente y se acordó una estrategia de riesgo compartido, la cual consiste en una serie desembolsos anuales que el organismo hace -siempre y cuando- los pacientes respondan al tratamiento. Para ello, la Comisión Nacional para Pacientes con Atrofia Muscular Espinal (CONAME) realiza el seguimiento pormenorizado y valida el cumplimiento de los hitos de evolución previstos. No se trata de un abordaje crónico, sino que se realiza una única infusión que causa un beneficio para toda la vida. Hasta ahora estábamos acostumbrados a que el sistema público solo cubra a los pacientes del sector público, a excepción de las vacunas de calendario o de alguna campaña específica. Este es el primer caso de una patología que es cubierta por el sistema público, dirigida a un grupo específico de pacientes, independientemente del subsistema al que pertenezcan.
En este sentido, es clave dialogar y definir cuál es la mejor terapéutica y para qué perfil de paciente. Hay que ser responsables en su evaluación clínica, en el uso de los recursos de la salud, la identificación de las barreras y el modo en que se mitigan. Todos los actores del sistema de salud vamos a tener que ceder un poco. Y el día que lo comprendamos, vamos a ganar todos como sociedad. Tenemos que crecer como sistema para que las terapias las reciban realmente quienes más se beneficien. Es una discusión y un crecimiento que nos debemos como sociedad.