País extraño la Argentina. La economía crece al 11,1% anual y cumple el ciclo de crecimiento más profundo de su historia. El desempleo en mínimos históricos, la mayoría de los indicadores macroeconómicos fuertes... y sin embargo, los mismos problemas de pobreza, bienestar y precariedad de hace 10, 15, 20 años, y más también. ¿Qué sucede con esta argentina súper expansiva que no derrama su bonanza en mejoras sociales visibles? ¿En dónde se disipan los frutos de tanto crecimiento?
La Argentina cumplirá a fines de 2010 un ciclo de crecimiento de 8 años consecutivos, a un ritmo promedio anual de 9,4%. Cuantitativamente, ¿se puede pedir un desempeño mejor?
Posiblemente no. Sin embargo, esa expansión no alcanza. Diversas variables marcan el desencuentro macroeconómico, pero en dos de ellas la insuficiencia del crecimiento es más evidente: por un lado, la apenas leve mejora que generó tanto crecimiento en los ingresos de los hogares, y por otro, la persistencia de tasas de pobreza elevadas. A fines del año pasado, de los datos del Indec se podía reestimar que 9,5 millones de personas persisten con insuficiencias básicas, y puestos en perspectiva histórica, obligan a una comparación poco afortunada: la pobreza actual es similar a la de los ’90.
Preguntas
¿Dónde están los frutos del crecimiento de los últimos 8 años, con un acumulado de 75,1% aproximadamente?. El Producto Bruto Interno a precios constantes pasará de $235.236 millones en 2002 a $411.840 millones este año.
Esa expansión se puede dividir en dos etapas. La etapa 2003-2006, cuando la economía creció 10,1% promedio anual, y esa expansión permitió bajar la pobreza de 57,5% en 2002 a 26,9% en 2006, lo que significó que 2,5 millones de personas por año superaran su condición de pobreza. Y la etapa 2, a partir de 2007, cuando la economía siguió creciendo, a un ritmo menor pero igual importante de 6,1%, y la pobreza no bajó. A fines de 2010 habrá tantos pobres como en 2006.
Riqueza
Una relación a recordar: “mayor producción no es sinónimo de mayor riqueza , pero en la medida que esa producción se destina a incrementar el stock de capital de la economía, los conceptos de producción y riqueza comienzan a converger.
Ahí es donde la Argentina muestra una falla importante: el crecimiento de los últimos años no se orientó a formación de capital productivo. Se destino a tres frentes centrales: 1) consumo, 2) inversión en construcción, y 3) fuga de divisas, generándose, en esos tres destinos, agujeros por donde el crecimiento se diluyó.
Comencemos por el consumo, que fue el gran motor del crecimiento económico. Esto, que en principio es bueno, tiene sombras: buena parte de ese consumo fue financiado con créditos “muy caros , impulsando a las familias a destinar una parte mayor de sus ingresos a pagar cargas financieras. Hubo mucha transferencia de ingresos de las familias a los bancos. Prueba de ello es que incluso en 2008-2009, los bancos fueron de los pocos sectores con rentabilidad positiva, acumulando ganancias de $22.748 millones entre 2007 y 2009.
La construcción fue el nicho elegido para destinar los ahorros de los residentes. Eso alentó un proceso de creación de empleo muy positivo. Sin embargo, el sector canalizó exageradamente recursos que deberían haber ido a inversión productiva, y generó un problema serio: la fuerte demanda de inversión disparó una suba de precios sin precedentes que dejó fuera del acceso a la vivienda a la mayor parte de la sociedad.
Agujero mayor
Posiblemente el mayor agujero por donde se disipó el crecimiento fue la extraordinaria fuga de divisas. Los datos son contundentes: desde 2003 se fugaron u$s 61.162 millones, que equivalen a la cosecha de soja de los años 2006 al 2009 juntos. En otras cifras, equivale a 24,6% del aumento que tuvo el PBI entre 2002 y 2009.
Un dato más, entre 2003-2006, cuando la economía creció y redujo la pobreza, la fuga de divisas fue sólo u$s 8.378 millones, en cambio entre 2007 y 2010, cuando el PBI creció y la pobreza no bajó mas (sin los subsidios del Estado hubiera subido), la fuga saltó a u$s 52.784 millones.
El crecimiento argentino es fuerte, pero tiene agujeros por donde pierde presión. Por eso se crece y no se nota. Por eso, la pobreza persiste, la precariedad también y el bienestar se traduce en malestar.
Esto sólo cambiará cuando los frutos del crecimiento sean dirigidos a incrementar el stock de capital, cuando la liquidez de los bancos se oriente a financiar la inversión productiva. La riqueza se genera cuando el stock de capital aumenta. Hasta que ello no ocurra, no habrá equilibrio entre lo macro y lo micro, entre crecimiento y bienestar. Discutiremos si es mejor la inflación que la recesión, el desempleo que la pobreza, la estabilidad al empleo. Andaremos en círculos, como hace décadas, discutiendo males mayores o males menores. Esta economía Argentina, así como está, no puede dar más de lo que da.