La toma del control de YPF por parte de la Argentina hizo correr un escalofrío en la industria petrolera mundial: hay temor de que sea el presagio de una nueva ola de nacionalización de recursos naturales.

Pero en muchos aspectos, la Argentina es un país atípico. Otras naciones ricas en recursos naturales reciben con los brazos abiertos la inversión extranjera y en algunos casos están reduciendo el dominio estatal en el sector. Esa tendencia podría acelerarse a medida que los países quieran explotar algunos de sus recursos tecnológicamente complicados de desarrollar, porque sus compañías estatales carecen de la experiencia necesaria para hacerlo.

Argentina está nadando contra la corriente, señaló Amy Myers Jaffe, asesor energético de Baker Institute, de la Race University. Los países como Colombia están avanzando exactamente en la dirección contraria y les está yendo bien.

Rusia personifica el giro. Se hizo famoso por el control estatal del sector energético después de que el Kremlin disolvió Yukos, que una vez fue la productora de crudo más grande de Rusia y encarceló a Mikhail Khodorkovsky, su fundador y CEO. Unos años después, Royal Dutch Shell debió ceder el control del proyecto de gas y petróleo Sakhalin-2 en Rusia a la compañía de gas estatal Gazprom.

Pero hace poco Rusia cambió radicalmente de opinión. El mismo día que Cristina Fernández, la presidente de Argentina, anunciaba los planes de nacionalizar YPF, el grupo petrolero estatal ruso Rosneft sellaba un acuerdo con ExxonMobil que permite al grupo norteamericano acceder a parte de los recursos de hidrocarburos de los yacimientos árticos del Mar de Kara en Rusia.

Lo que es notable es que el padrino de la virulenta nacionalización de recursos, Rusia, se haya aquietado, señaló Cliff Kupchan, analista de Rusia en Eurasia Group. Vemos que Putin trata de que Rusia sea significativamente más atractiva para las petroleras internacionales, continuó.

Exxon firmó el pacto con la condición de que se reforme el régimen fiscal de Rusia.

Otros países también cambiaron. Colombia vive un auge petrolero, gracias a las reformas de su sector, como la que autoriza a las petroleras extranjeras licitar licencias sin ser socias de Ecopetrol, la petrolera estatal. La producción de crudo casi se duplicó en los últimos cinco o seis años y el año pasado el sector recibió inversión extranjera directa por u$s 6.000 millones.

Ecuador, que enfrenta una caída de la producción de crudo, también se adaptó. El mes pasado la estatal Petroecuador firmó dos contratos grandes con grupos extranjeros para elevar la producción en algunos de sus yacimientos maduros.

En Brasil, el panorama es variado. El país es abierto a la inversión occidental, pero su estatal Petrobras es considerada vulnerable a la interferencia del gobierno, un factor que pesa sobre el precio de sus acciones.