No fue casual que el día posterior a que terminara la convención nacional demócrata la semana pasada, tanto el presidente Barack Obama como su rival republicano Mitt Romney se encontraran en Iowa y New Hampshire congregando a sus seguidores incondicionales. De la misma manera, no es casual que Romney estuviera ayer en Nevada y Obama esté hoy allá.
Las encuestas muestran que las elecciones presidenciales serán excepcionalmente reñidas, pero la carrera es aún más pareja de lo que muestran los números nacionales. Depende de nueve estados indecisos, que ambos candidatos estarán visitando repetidas veces en los próximos 55 días. Volveremos mucho a Ohio, aseguró ayer Romney a su audiencia en una planta de maquinas herramienta de Mansfield, en las profundidades del corazón republicano.
El lunes, haciendo campaña Obama lo hizo aritméticamente simple. Si ganamos en el condado de Palm Beach, ganamos Florida, señaló en una gira en micro de dos días y recorre todo el estado. Y si ganamos Florida, ganamos estas elecciones.
Esto recalca los peculiares cálculos de las elecciones estadounidenses. Para ganar, uno de los candidatos deben cosechar 270 votos del Colegio Electoral (los votos designados a los estados de acuerdo a su población). Y, como quedó demostrado en la contienda de 2000 donde George W. Bush derrotó por muy poco a Al Gore, cada uno cuenta.
Eso significa que los candidatos dedicarán mucho tiempo en hacer campaña en Ohio y Florida (con 18 y 29 votos del Colegio Electoral respectivamente) entre hoy y el 6 de noviembre. Pero los estados más chicos, como Iowa y New Hampshire, con seis y cuatro votos cada uno, también tendrán mucha presencia de Obama y Romney.
Además de esos cuatro, los otros estados a los que apuntarán ambos candidatos son Colorado, Nevada, Carolina del Norte, Virginia y Wisconsin. Obama obtuvo una victoria en todos ellos en 2008, pero este año están en equilibrio, especialmente Carolina del Norte, donde Romney parece tener ventaja.
Las encuestas nacionales muestran al presidente disfrutando de un renovado apoyo tras la convención demócrata (que tampoco es casual que se haya tenido lugar en Charlotte, Carolina del Norte), pero la carrera sigue siendo ajustada.
Sin embargo, la cantidad de estados ubicados en el campo de batalla parece haberse reducido en las últimas semanas. Muchos analistas sostienen que Pennsylvania, donde Obama ganó en 2008 pero Romney esperaba un giro, es un estado seguro para el presidente. Y los seguidores de Romney están casi abandonándolo en su estado natal de Michigan.
Los tres sondeos más importantes muestran ahora que Obama triunfa en todos los estados indecisos excepto Carolina del Norte. Si agrega Michigan y Pennsylvania, reuniría 332 votos del Colegio Electoral, y Romney sólo 206.
No obstante, el equipo de campaña de Romney está poniendo 15 avisos publicitarios diferentes en los nueve estados indecisos y realizó ocho veces más llamados telefónicos este año que los que hizo en 2008 John McCain, el candidato republicano. Vamos a estar en todas partes, en todos estos estados, aseguró Sarah Pompei del equipo de Romney.
En términos logísticos, al menos, el presidente tiene clara ventaja. Cuenta con locales partidarios y una base de voluntarios que se mantuvo viva desde 2008. Mientras Romney tiene 35 sedes en Ohio, por ejemplo, Obama posee 77.
Y para Romney, Ohio constituye una gran responsabilidad: ningún republicano llegó a la Casa Blanca sin haber ganado en ese estado.
