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El expresidente del Gobierno español José María Aznar volvió a situar la política migratoria en el centro de la discusión pública. Durante una entrevista concedida a Esradio, planteó una diferenciación entre la inmigración hispanoamericana, que considera vinculada al trabajo y a la integración, y la musulmana, a la que calificó como “un problema serio”, especialmente en países europeos como Francia.

Sus declaraciones reavivaron un debate sensible que se entrecruza con la crisis demográfica que afronta el mundo occidental.

Aznar remarcó que la inmigración no resuelve por sí sola el descenso poblacional, aunque reconoció que este fenómeno constituye uno de los mayores desafíos para las economías desarrolladas.

Sostuvo que la humanidad “está pensada para crecer” y defendió que la discusión migratoria debe abordarse desde una perspectiva estructural, más allá de la urgencia política del momento.

La visión de Aznar sobre los distintos flujos migratorios

El expresidente afirmó que la inmigración hispanoamericana representa, en su visión, un flujo laboral que encaja con las necesidades del mercado español.

Señaló que comparte idioma, lazos culturales y expectativas de integración que, según su análisis, facilitan la convivencia. En contraste, sostuvo que la inmigración musulmana genera tensiones en territorios europeos que ya lidian con problemas de cohesión social, citando el caso francés como ejemplo principal.

Fuente: EFEDaniel Gonzalez

Durante la entrevista, Aznar argumentó que estas diferencias no deben minimizarse en la planificación de políticas públicas. Aseguró que las sociedades europeas observan con preocupación el avance de modelos comunitarios que conviven con mayor dificultad con sus sistemas culturales y legales. Para él, comprender esta distinción resulta clave para diseñar estrategias que garanticen estabilidad y prosperidad.

Añadió que España, aunque no enfrenta la misma magnitud de desafíos que Francia o Bélgica, debe anticipar escenarios de presión migratoria que podrían modificar su composición social. Insistió en que las autoridades deben actuar con criterios realistas y con una visión a largo plazo.

¿Cómo se vincula este debate con la crisis demográfica occidental?

Aznar subrayó que la caída sostenida de la natalidad afecta a la estructura productiva y amenaza el futuro del Estado del bienestar. Considera que esta situación golpea con fuerza a Europa, incapaz de revertir el envejecimiento poblacional pese a sucesivas políticas de incentivo familiar. Llamó a asumir que la inmigración no sustituye, por sí sola, la pérdida demográfica.

Resaltó que la reducción poblacional constituye un fenómeno disruptivo para el que las democracias occidentales no están preparadas. Mencionó que, históricamente, las sociedades se han expandido y han crecido, mientras que el escenario actual plantea la paradoja de sociedades ricas que envejecen y disminuyen.

En su opinión, esta tendencia requiere respuestas integrales que combinen incentivos a la natalidad, reformas laborales y sistemas migratorios ordenados.

El exmandatario insistió en que los gobiernos deberán elaborar soluciones que conjuguen integración, cohesión social y sostenibilidad económica. Sostuvo que solo una estrategia amplia permitirá afrontar una crisis que, a su juicio, se convertirá en uno de los principales desafíos de las próximas décadas.