

Aunque muchos creen tener recuerdos de sus primeros años, la ciencia asegura que recordar lo sucedido antes de los tres años es prácticamente imposible. Este fenómeno, conocido como amnesia infantil, ha sido objeto de estudio por décadas, revelando que esos supuestos recuerdos son en realidad construcciones basadas en imágenes, historias contadas por otros o fotos familiares.
¿Qué es la amnesia infantil?
La amnesia infantil es la incapacidad que tenemos para recordar episodios autobiográficos de nuestra vida antes de los tres o cuatro años. Esto se debe a que durante esos primeros años el cerebro aún no ha desarrollado por completo las estructuras necesarias para formar recuerdos a largo plazo, como el hipocampo, la región encargada de codificar la memoria.
A pesar de que los bebés sí pueden formar memorias sencillas, como reconocer la voz de su madre o ciertos sonidos familiares, estos recuerdos no permanecen en la memoria consciente. Estudios recientes han demostrado que muchos adultos que afirman recordar eventos de cuando tenían menos de tres años, en realidad están recordando falsos recuerdos creados a partir de relatos familiares o fotos.

Por qué no recordamos esos años
Uno de los motivos más aceptados es que el cerebro infantil no está preparado para almacenar memorias complejas. Aunque el hipocampo está presente desde el nacimiento, las conexiones neuronales necesarias para recordar eventos autobiográficos se desarrollan más adelante, aproximadamente a partir de los tres años.
Además, la falta de lenguaje en los primeros años de vida dificulta la creación de narrativas internas que ayuden a consolidar los recuerdos. Sin el vocabulario para describir lo vivido, es más difícil mantener esas memorias a largo plazo.
Otro factor clave es el proceso de codificación y recuperación de recuerdos. A medida que crecemos, nuestra forma de procesar la información cambia, lo que hace que sea imposible acceder a los recuerdos codificados en la infancia temprana. Sin las señales adecuadas, estos recuerdos se pierden, aunque pueden ser evocadas de manera parcial mediante estímulos sensoriales como olores o sonidos.
El debate sobre los recuerdos ficticios
La ciencia también ha encontrado que una parte significativa de lo que recordamos de la primera infancia es en realidad una ficción. Investigaciones como las de la Universidad de Londres han demostrado que hasta un 40% de las personas creen tener recuerdos de antes de los tres años, pero estos son probablemente construcciones basadas en fotos, películas caseras o historias contadas por familiares.
Además, las teorías contemporáneas de la memoria sugieren que todos nuestros recuerdos contienen un grado de ficción, lo cual es considerado un signo de una memoria saludable. La capacidad de la mente para rellenar los vacíos con detalles inventados nos ayuda a mantener una narrativa coherente de nuestra vida.

Conclusiones de los estudios
La ciencia aún no ha logrado descifrar por completo el fenómeno de la amnesia infantil, pero los estudios actuales sugieren que se debe a una combinación de factores neurológicos y psicológicos. El desarrollo tardío del hipocampo y del lenguaje, junto con la forma en que procesamos y codificamos los eventos en la infancia, parecen ser las principales causas de esta amnesia.
En definitiva, lo que recordamos de nuestros primeros años de vida no es más que una construcción basada en fragmentos de información incompleta. Y aunque podamos aferrarnos a esos recuerdos con convicción, la realidad es que la mayoría de ellos son, en gran parte, invenciones de nuestra mente.
















