España es un objetivo clave para las inversiones extranjeras en energía renovable, y China lo sabe. La empresa estatal China Three Gorgesha adquirido la central solar de Mula, en Murcia, por 550 millones de euros. Esta operación no solo consolida la presencia del gigante asiático en el mercado español, sino que también plantea interrogantes sobre la dependencia energética y el control de los recursos estratégicos.
La central de Mula, una de las mayores plantas solares del país con una capacidad de 494 MW, había sido adquirida en 2018 por el fondo canadiense Northleaf y Qualitas Energy. Sin embargo, tras años de operaciones, ambos consorcios decidieron vender su última inversión en España, en una transacción que se completó en poco más de dos meses.
Con esta compra, China Three Gorges suma otro activo clave a su portafolio, que ya incluye inversiones en Portugal y otros países europeos.
El interés de China en el sector renovable español no es nuevo. Desde 2011, cuando adquirió el 20% de la compañía luso-española EDP, ha ido expandiendo su influencia en el mercado energético. La compra de la central solar de Mula refuerza su estrategia de inversión en infraestructuras críticas, y se goza del liderazgo de España en el desarrollo de energías limpias.
Un mercado en expansión y una competencia creciente entre España y China
La venta de activos energéticos a compañías extranjeras es una práctica común en el sector, pero el protagonismo de China genera reacciones divididas. Mientras algunos expertos destacan que la inversión extranjera impulsa el crecimiento de las renovables y la creación de empleo, otros advierten sobre el riesgo de ceder demasiado control sobre infraestructuras estratégicas.
China Three Gorges ha intentado adquirir otros proyectos en España, como la planta de Saeta Yield, aunque sin éxito. No obstante, su consolidación en el país sigue en marcha. Con tecnología avanzada y respaldo financiero estatal, el gigante asiático expande su dominio en el sector de las energías renovables a nivel global.
A medida que España avanza en su transición ecológica, el interés de inversores internacionales seguirá creciendo. La pregunta que queda en el aire es si estas operaciones benefician realmente al país o si, como algunos advierten, nos encaminamos hacia una dependencia cada vez mayor de capital extranjero en un sector clave para el futuro.