La aparición de un sindicato de trabajadores de plataformas digitales (Asociación de Personal de Plataformas-APP) nos pone en una encrucijada a quienes pensamos el trabajo desde una perspectiva protectora de los derechos de las personas. Las plataformas digitales han llegado para transformar radicalmente la manera en la que nos relacionamos. Vienen a cambiar los modelos de negocios, las barreras de nuestra intimidad, la propiedad de las huellas del ejercicio de nuestra ciudadanía, el acceso a bienes y servicios y, junto con la distribución y valor de nuestro tiempo y nuestra fuerza, el de nuestra manera de consumir, de trabajar y producir.

El fenómeno de la uberización parece habernos alertado respecto de la urgencia de posicionarnos en la encrucijada entre protección de las personas o adaptación social a las "nuevas reglas de mercado".

La historia de la conflictividad social, y del derecho laboral como herramienta de ordenamiento en un determinado marco de relaciones entre capital y trabajo, nos devuelve una respuesta cuando le preguntamos sobre las opciones para resolver nuestras demandas críticas. Hubo un tiempo de empate desde la posguerra hasta la crisis del petróleo. A partir de allí, cada crisis financiera, cada transformación tecnológica, cada cisma de la representación tuvo como víctima a los derechos sociales y a la protección del trabajo y la organización sindical.

Venimos de un universo de pensamiento que estaba abroquelado defensivamente en la modernidad fordista. A todos los ordenadores sociales otrora consensuados le nació un "pos" o un "flexi". Posmodernidad, postsalarial, flexiseguridad. ¿Por qué se endurecen las políticas y discursos de la seguridad ciudadana pero se debilitan las de la seguridad social?

¿Por qué defender derechos básicos nos colocaría en el lugar de los enemigos de la tecnología? Algo sabemos. La organización sindical continúa siendo la forma democrática y empoderadora más apropiada para responder esa pregunta. La protección de los derechos de las personas que trabajan, la asignación de responsabilidades económicas y sociales a quienes son propietarias del capital y organizan la producción y los servicios, el mejor marco de regulación. Como dicen los fundadores de APP en su comunicado "si esta es la economía del futuro, tenemos que construir los sindicatos del futuro". Acusar recibo de las grandes transformaciones tecnológicas no implica ceder en la convicción de proteger los derechos de las personas involucradas en esos cambios. En todo el mundo, las personas que trabajan para plataformas buscan diversas maneras de lograr reconocimiento, hasta poder sentarse a la mesa en la que se discuten sus condiciones de trabajo e intervenir en la humanización de su sector. Quizás puedan lograr más que eso.

En la Argentina nació un sindicato de trabajadores de plataformas para volver a colocarnos en la encrucijada de siempre. Seguir lamentando un mundo de precariedad, incertidumbre y violaciones plenas o imaginar un futuro de derechos y humanidad en medio de transformaciones radicales.