Los empresarios van tendiendo la mesa para Navidad y preparan reclamos que pueden distanciarlos del Gobierno, en el último año del segundo mandato de la presidenta Cristina Kirchner. Los economistas del Gobierno lo saben y por eso tienen la orden política y la propia convicción de disparar con munición pesada.
El lunes y martes próximo, el titular del Palacio de Hacienda volverá a la carga con sus clases públicas de historia económica y sus chicanas políticas de final de ciclo. Fuentes de su equipo dejaron trascender que no habría piedad con los industriales que organizarán en el Sheraton de Pilar su Conferencia Anual. La UIA, que conduce Héctor Méndez, ya anticipó que viene de 16 meses consecutivos de caída en su nivel de actividad y que este año corrigió hacia la baja el crecimiento fabril y pronosticó una caída de entre 1,5% y 2% para 2015.
Lo que verdaderamente preocupa en la central fabril es lo poco que se conoce sobre los detalles de los acuerdos que firmó el Gobierno con China. Desde la central fabril temen que en el mediano plazo este tema termine en una primarización de la economía en lugar de un fortalecimiento del desarrollo económico (uno de los ejes centrales de la próxima Conferencia industrial). Incluso algunos técnicos de la entidad ya habrían acercado a la mesa Directiva fabril (y a pedido de sus integrantes) similitudes que podrían darse respecto del proceso fabril de principios del siglo pasado tras los acuerdos con Inglaterra.
En la UIA sacan cuentas: los capitales chinos ya se quedaron con la producción aceitera de Nidera, con el banco ICBC y tendría un pie (como mínimo) ya asegurado en Vaca Muerta. Por eso quieren que los candidatos que concurrirán al convite (están confirmados todos los referentes de todos los espacios políticos) contesten preguntas de los participantes sobre qué harán con este tema si son Gobierno.
También irá el ministro de Economía, quien por supuesto llevará sus propios números. Para el Palacio de Hacienda nada puede eclipsar los beneficios a corto plazo de haber firmado el swap con los chinos para fortalecer las escuálidas Reservas del Banco Central.
Por estos días los diagnósticos gubernamentales y los privados parecen alejarse más de lo habitual. Por ejemplo, fue lo que pasó ayer en el cierre de este año del Foro de Convergencia Empresarial, que ya sumó casi 60 cámaras adheridas. Su vocero, Miguel Blanco, recalcó la presencia de todos los precandidatos en esa reunión en la que el FCE ratificó tres ejes centrales de sus documentos originales: la necesidad de tener previsibilidad en las medidas que adopta el Gobierno, un plan antiinflacionario, y el rol del sector privado como generador de riqueza genuina y de empleo formal.
El sector privado y los dirigentes empresariales también transitan el stress que provoca un final de ciclo político. Por ejemplo, en la propia UIA hay un proyecto de ley que agrega una tasa a los envases que divide aguas dentro de la sede fabril. Es una iniciativa que viene desde hace tiempo y en la que las diferentes fracciones de la UIA lograron ponerse de acuerdo sobre 9 de 10 puntos. El grano que divide agua es el que estipula en qué momento debería pagarse esa nueva tasa por envase: sectores como los gráficos, plásticos, petroquímicos y químicos sostienen que debe tributarse al final del procesos mientras que las alimenticias nucleadas en Copal, creen que debe pagarse al principio.
Los distintos enfoques reavivaron viejas rencillas dentro de la central fabril, en la que conviven dos líneas internas (Industriales y Celeste y Blanca) que deben elegir nuevo presidente en abril próximo.
En el fondo, algunos sectores empresarios, especialmente los vinculados a capitales nacionales, tiene la percepción de que hay indicios contrarios, en la práctica, al apoyo que el Gobierno dice pregonar a la industria nacional. Hay una combinación de factores para eso: las vacas que se van enflaqueciendo y el propio empresariado que en su mayoría estuvo ausente de las preocupaciones sociales y económicas en los años de vacas más saludables. Por ejemplo, fue el caso del titular de la Cámara de la Construcción, Gustavo Weiss, que en la 61º Convención Anual de esa cámara dijo que "la construcción caerá 3% este año". El ministro Kicilloff, se ocupó de adobar los golpes que le dispensó la propia Presidenta, en su regreso público tras su licencia médica. Este sector, que hoy está presionado por sus bases porque hay demoras en los pagos de la obra pública y suspensiones de personal, en otros tiempos fue silenciosamente cómplice de la creciente inflación que el Gobierno aún pretende ocultar. Lo mismo le pasó al sindicalista Gerardo Martínez, timonel de la UOCRA, quien hoy también se desmarca de la Casa Rosada por el pago del impuesto a las Ganancias en el aguinaldo pero supo ser el gremialista preferido de la Presidenta.