La Presidenta argentina finalizó su segunda visita oficial a la República Popular China. Repetir una visita oficial por parte de un Jefe de Estado es un acto poco común, máxime cuando se hace a un Estado al que salvo algunas excepciones como el tema de la reforma del Consejo de Seguridad o de la cuestión Malvinas no nos une ningún objetivo estratégico o moral en materia de política exterior.
Es decir esta denominada Alianza Estratégica con China se basa en exclusivas razones comerciales, no políticas, tal como la potencia asiática practica en sus relaciones exteriores, ya que temas del ámbito multilateral como los derechos humanos o el medio ambiente no forman parte de su agenda en la relación con la Argentina.
Paradójicamente esta visita de Estado logró, involuntariamente, una visibilidad internacional desmedida y no planificada debido a la intempestiva comunicación vía twitter que la Presidenta realizó, haciendo referencia burlona a los ciudadanos chinos cuando hablan en español, gracia que le costó una ácida crítica de revistas y periódicos internacionales prestigiosos, como la crítica de la sociedad argentina que no está de humor luego de la trágica muerte del fiscal Nisman.
Esta segunda visita oficial de Cristina Kirchner representó una serie de ventajas económicas para el país anfitrión y se inscribe en la estrategia de China de avanzar en Latinoamérica en la búsqueda alimentos y energía para poder seguir sosteniendo su acelerado crecimiento económico.
En la coyuntura actual la relación con China para el gobierno argentino pasa fundamentalmente por obtener fondos frescos que incrementen las reservas y eviten profundizar el default ya que al haberse alejado voluntariamente de cualquier acuerdo con los holdouts el riesgo es cada más grande.
La visita dejó como resultado, un conjunto de Acuerdos bilaterales, beneficiosos para China en obras de infraestructura, en especial el que le otorga la construcción de dos represas hidroeléctricas en la Provincia de Santa Cruz denominadas, Néstor Kirchner y Jorge Cépernic (dos ex gobernadores de la provincia), con la colaboración de la empresa argentina Electroingeniería, cercana al Gobierno.
El costo en principio será de un monto de 4700 millones de dólares, del que se entregaron 287 millones y que se prestan a una tasa de interés libor más un adicional de 3.8% .Además se firmó un acuerdo por el cual la Argentina cede 200kms cuadrados en la Provincia de Neuquén para el establecimiento de un Observatorio Astronómico, pero que debe ser aprobado por ley.
Otro convenio que se firmó, sin debate previo de técnicos argentinos, es el que se refiere a la construcción de las plantas nucleares de Atucha 3 y Atucha 4 (adjudicadas sin licitación). Se trata de dos proyectos de producción de energía atómica donde se deja de lado tecnología utilizadas en las Plantas vigentes de Atucha 1 y 2 y la de Embalse, pasando a la tecnología que proveerá China que será quien financiaría las obras.
Por último se vuelve a repetir la escena ya conocida y repetida en todas la últimas visitas presidenciales, del acuerdo para la reconstrucción del ferrocarril de la Soja (Belgrano) por un monto cercano a los 2500 millones de dólares, que hasta ahora no arranca.
Los créditos atados que hacen que todas las obras citadas se realicen por el Estado prestamista con sus gerentes, capataces y técnicos asiáticos. Asimismo atendiendo a la experiencia de empresas chinas en el exterior, especialmente en el Africa, existe el temor de cómo serán las condiciones laborales de los obreros y empleados que trabajarán en esas obras y además también existe la inquietud respecto a su procedencia y a las leyes que se aplicarán.
La visita presidencial acentuó la dependencia de la Argentina en una relación bilateral donde se que acentúa la preeminencia de China que es la que siempre toma la iniciativa y establece la agenda. El gobierno le ofrece las materias primas como el litio, el petróleo para que inviertan sus empresas y le solicita las divisas que no se obtienen por otra vía para obras de infraestructura que China realizará con sus empresas, su tecnología y por su cuenta.
En ese marco es lícito preguntarse por qué la Argentina cede tanto en su relación con China, por qué no se discute a otro nivel y por qué se realizan las conversaciones previas en círculos lejanos de los ámbitos institucionales donde se debería negociar. No hay transparencia.
En síntesis la visita de estado de la Presidenta Cristina Kirchner fue una excelente demostración de lo que pretenden las autoridades de la República Popular en su relación con la Argentina. Incrementar sus inversiones en sectores como la energía y el transporte de alimentos necesarios para su crecimiento.
El gobierno argentino por su parte entendió esta visita como un salvavidas para obtener las finanzas imprescindibles para llegar, aunque sea en muletas, en su último año de gobierno
Ello indudablemente demuestra las diferencias entre un país que establece sus prioridades de cara al futuro con una mirada estratégica y otro que solo trata de solucionar la coyuntura sin pensar en el futuro. Este es el balance de la visita.