La poderosa instalación de la fórmula presidencial Scioli-Zannini encontró su primer obstáculo: aunque responden a dinámicas propias de cada distrito, los resultados electorales de ayer alejan la idea de que el kirchnerismo transita sin dificultad hacia su continuidad en el poder a partir de diciembre. Aunque la Presidenta conserva sin duda la iniciativa y no perdió nunca el centro del escenario político, está visto que las cosas serán más complejas.
No puede ser casual que la primera frase que pronunció Mariano Recalde antes de reconocer su derrota fuera una alusión al triunfo del NO en el referéndum de ayer en Grecia por las negociaciones con Europa. Si de verdad había algo para celebrar en el kirchnerismo estaba a muchos miles de kilómetros del bunker montado anoche en el ND Ateneo. Cristina Kirchner perseveró en esa misma búsqueda inverosímil, más tarde, en Twitter. Ya casi no hay espontaneidad en la política.
El kirchnerismo venía de ganar el balotaje en Tierra del Fuego con una candidata que se declaró sciolista, la senadora Roxana Bertone, y también de una excelente elección en Santa Fe con Omar Perotti. Pero el principal activo con el que llegaba al turno electoral de ayer, el más importante antes de las PASO presidenciales, era la nominación de una fórmula única, que terminó de confirmar la comunidad de intereses entre la Presidenta y Daniel Scioli.
Esa rara y elogiada síntesis que propuso el kirchnerismo para la sucesión ayer recibió dos fuertes golpes, en la Ciudad de Buenos Aires y en Córdoba, donde si bien nadie esperaba que ganara, había comprometido los respaldos explícitos de la Presidenta y del gobernador bonaerense.
En la Ciudad, el kirchnerismo perdió el segundo lugar que había consolidado en la última década en oposición al macrismo a manos de una fuerza de destino incierto como la que encabeza Martín Lousteau. Su candidato mejoró unos pocos puntos la perfomance en las PASO, pero perdió 150 mil votos respecto de los casi 500 mil que consiguió Daniel Filmus cuatro año atrás. No hace falta indagar en números para descubrir que la campaña de Recalde fue millonaria en gastos y en el uso de recursos del estado nacional.
El otro gran tropiezo fue Córdoba, donde triunfaba anoche la fórmula de simultaneidad en el poder entre José De la Sota y Juan Schiaretti, del peronismo disidente de Unión por Córdoba. El kirchnerismo aspiraba a un segundo lugar en la provincia con la candidatura de Eduardo Accastello, que parecía cómodamente instalado allí en los últimos días. Fue desplazado al tercer lugar (y al 18 por ciento) por la múltiple alianza que encabezó el radicalismo y el PRO que encarnó Oscar Aguad. Esa alianza, que no reconocía anoche la derrota y amenazaba con disputar el liderazgo, se imponía holgadamente en la capital provincial.
Córdoba, segundo distrito electoral de país (representa el 8,6% del total nacional), se anticipa como un territorio de feroz disputa en la elección nacional: Schiaretti recibió ayer llamados de felicitación de Cristina Kirchner, Daniel Scioli y Mauricio Macri. Sergio Massa lo acompañó anoche en su provincia, donde le hicieron un lugar.
A los reveses en la Ciudad y en Córdoba el kirchnerismo sumó el de su candidato Fabián Bruna en la interna para gobernador en La Pampa, donde se impuso el senador peronista Carlos Verna.
Cristina Kirchner había apostado por Bruna (quien la asesoró no pasó una buena noche ayer). El kirchnerismo además disputaba anoche por la mayoría en la legislatura provincial en Corrientes, donde competía contra una alianza entre el radicalismo y referentes del massismo local.
Daniel Scioli y Ernesto Sanz viajaron ayer a La Rioja a esperar los resultados de la tercera de las elecciones a gobernador de ayer. Aníbal Fernández, que acompañó a Scioli junto con el secretario de la Presidencia Wado de Pedro, dijo que estaba "celebrando" junto al nuevo gobernador Sergio Casas. El candidato del radicalismo, Julio Martínez, se había atribuido temprano el triunfo. Un cambio de signo en La Rioja en el noroeste-podría afectar los equilibrios para el diseño nacional del kirchnerismo.
Desde una perspectiva nacional, las elecciones confirman la preeminencia de los oficialismos. Las elecciones por distrito siguen teniendo una fuerte impronta local, como muestran las aprobaciones a las gestiones de Macri en la Ciudad, y de De la Sota en Córdoba. Ambos reafirmaron sus aspiraciones presidenciales.
Después de la frustración en Santa Fe con Miguel del Sel, el macrismo deseaba, en orden de preferencias, o bien ganar en primera vuelta o bien enfrentar en un balotaje al kirchnerismo. No alcanzó su objetivo de máxima, lo que también muestra un límite.
Ya tienen gobernador tres de los cinco principales distritos. En ninguno de ellos pudo imponerse el kirchnerismo y el macrismo va a balotaje en la Ciudad y comparte una victoria con la UCR en Mendoza. Un repaso hasta ahora muestra: 9 provincias ya votaron gobernador: en 5 ganó el oficialismo local (Córdoba, Salta, Neuquén, Santa Fe y Río Negro); en 2 la oposición al oficialismo local (Mendoza, Tierra del Fuego) y habrá segunda vuelta en una (CABA). De esos distritos, el kirchnerismo ganó en dos (Salta, Tierra del Fuego), la UCR en uno (Mendoza); el socialismo en 1 (Santa Fe); el peronismo disidente, en 1 (Córdoba), el macrismo disputa por la CABA y en las otras dos ganaron fuerzas locales, el MPN y el oficialismo en Río Negro. Anoche no estaba claro el destino de La Rioja.
El kirchnerismo ya había tenido sus derrotas, pero en lo que habían sido buenas perfomances electorales, que rondaban el 30 por ciento, como en dos distritos importantes como Santa Fe y Mendoza, con un piso más bajo con el tropezón de Miguel Pichetto en Rio Negro. Ayer mostró otra cara.
Sorprendió la cerrada declaración de principios que lanzó Carlos Zannini ayer en una entrevista - inusual en el ahora candidato a vice- con el diario Página 12. Si no lo fue, la elección de ayer se parece mucho a una respuesta.