Italia acaba de blindar la ciudadanía por sangre a solo hijos y nietos de italianos. El nuevo Decreto 36/2025 -apodado Tajani- cerró la puerta administrativa a generaciones más lejanas y dejó fuera a millones de italo-descendientes en América latina y los EE.UU.
En medio de la conmoción, algunos abogados lanzaron mensajes triunfalistas: aseguran que "todo descendiente puede lograr el pasaporte" si sigue sus indicaciones, pese a la reforma.
Abogados en redes: "sigan mis pasos, todos pueden obtenerla"
El argentino-italiano Claudio Arn (de Italo Tribu) difunde guías de pago: «Tu derecho no se negocia», promete, y detalla cinco pasos para "defender la sangre italiana".
La letrada Romina Cacciatore, desde Sicilia, sostuvo en un vivo de Instagram que «bisnietos y tataranietos aún pueden ser italianos» vía juicio, invitando a los interesados a contratar su estudio.
En tanto, políticos como el senador ítalo-argentino Mario Borghese Giacobbetildan el decreto de "inconstitucional" y alientan la vía judicial colectiva para revertirlo.
Realidad versus promesas: las nuevas vías posibles
La ley ya no acepta trámites consulares más allá del abuelo.
Solo quedan dos opciones:
Permiso especial de residencia (24 meses en Italia, trabajo y examen B1); recién después se pide la ciudadanía.
Demanda de inconstitucionalidad ante tribunales italianos. Honorarios estimados: entre 2500 y 9000 euros, y un proceso de años, sin fallo garantizado.
Presentarlo como "fácil" o "seguro" es engañoso: ambos caminos exigen dinero, tiempo y, sobre todo, paciencia.
Se avecina una ola de juicios contra el Estado
La abogada Laura Rehder anticipa "un gran número de demandas" basadas en la inconstitucionalidad del tope generacional. La Corte Constitucional fijó audiencia para el 24 de junio.
Si la Corte tumba la reforma, el derecho podría restituirse; si la avala, la ciudadanía italiana quedará restringida para siempre a dos generaciones. Mientras tanto, los bufetes que prometen "soluciones mágicas" multiplican sus clientes... y sus honorarios.
Conclusión: todos los descendientes podrían reclamar la ciudadanía, pero ya no existe la vía rápida. Antes de contratar a quien prometa lo imposible, conviene informarse a fondo y evaluar si el esfuerzo -y el riesgo- compensa el sueño de portar un pasaporte con la lupa de Roma.