DEBATE

En AFA más que los pantalones largos, hay que ponerse las polleras

El fútbol es una pasión planetaria que atraviesa toda la diversidad de regiones geográficas, de pueblos y de generaciones.
Esta afirmación se puede comprobar fácilmente por el número de federaciones nacionales asociadas a la FIFA (que supera a los estados miembros de la ONU) y también por el hecho de que los mundiales, cada 4 años, se convierten en el evento más visto por TV en toda la historia de la humanidad.
En la Argentina, la f
utbolización de la sociedad no sólo es notable porque la principal experiencia política del presidente Macri (previa al ejercicio de la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires) fue presidir un club de fútbol, sino que también se ve porque los industriales, los gobernantes, los docentes, utilizan constantemente metáforas deportivas para explicar conceptos, misiones y visiones empresariales o realidades políticas.
También podemos apreciar que hace años, los cánticos de los estadios eran tomados de la política (el dale campeón con la música de la marcha peronista o el dale Boca o dale River con la marcha radical) mientras que ahora se da el proceso inverso y los cánticos de manifestaciones políticas provienen de las canciones que se cantan en los estadios.
Sin embargo en la Argentina, a contramano de los tiempos, algo aparece claramente en el primer análisis superficial de todo este fenómeno: es un hecho cultural donde existe un predominio masculino, en contra de la tendencia ascendente del rol de la mujer en nuestra sociedad.
La Argentina está muy lejos de ser una potencia mundial en fútbol femenino.
Ni siquiera clasifica a los mundiales. A pesar de ello, la AFA tiene, a partir de 2016, dos divisiones de fútbol de mujeres (A y B) donde chicas de 18 equipos asociados a la AFA y dos equipos invitados (UBA y Sociedad Hebraica) compiten cada fin de semana con partidos, canchas, referato y todas las normas idénticas a las del fútbol masculino.
Cada semana, delegados de los 20 clubes se reúnen en el 5to piso del edificio de la calle Viamonte para delinear torneos, partidos y tratar cuestiones relativas a esta modalidad con sus características particulares.
Pero en general esas reuniones terminan siendo una catarsis general de los inconvenientes y la poca importancia que los clubes le dan al fútbol femenino.
Salvo contadas excepciones, en todas las instituciones se presentan los mismos inconvenientes: escasa disponibilidad de canchas que cuando son otorgadas son las de peor estado, escasez de materiales y horarios de entrenamiento, falta de disponibilidad de dinero para cubrir costos mínimos e ignorancia dirigencial.
Ninguno de los candidatos a presidir la AFA menciona o mencionó alguna vez al fútbol femenino entre los asuntos a ocuparse en caso de llegar a ganar.
No hay aún jugadoras como Maradona o Messi que hayan alcanzado gloria alguna. Pero si bien sabemos que ellos lo hicieron por mérito propio, debemos reconocer que el desarrollo del fútbol como actividad deportiva preponderante, contribuyó a que se convirtieran en lo que son.
El fútbol se está transformando en todo el mundo, y sus dirigentes son cada vez menos los socios y cada vez más dueños de medios de comunicación o de empresas.
No se puede encontrar un punto medio entre el folklore y la violencia, ni tampoco entre que sea un negocio salvaje y una actividad con valores amateurs.
Desde las damas mendocinas de San Martín pasando por las madres y abuelas de Plaza de Mayo y Madres del Dolor y del paco, las mujeres en la historia argentina y en el presente nos han marcado y nos marcan el camino correcto.
Salvando las distancias, pero con la importancia que merece el fútbol, quizás sea hora de tenerlas en cuenta también en el deporte que más apasiona a los argentinos.
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