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Mucho antes que Carlos Slim Helú existió un magnate cuyo poder marcó profundamente el país durante más de medio siglo.

William Oscar Jenkins, nacido en Estados Unidos, construyó un imperio económico sin precedentes que lo posicionó como el hombre más rico de México durante la primera mitad del siglo XX.

Su influencia se extendió a lo largo de seis décadas, desde los años 1910 hasta los años 1960, tiempo en el que acumuló propiedades, controló industrias clave como el azúcar, el cine y el textil, y supo tejer alianzas con figuras políticas y empresariales.

El magnate estadounidense que moldeó el México moderno a través de la industria, la política y la cultura. Fuente: archivo.

William O. Jenkins: cómo se consolidó el poder económico del empresario estadounidense en México

Durante la Revolución Mexicana, William O. Jenkins aprovechó el caos social y político para construir uno de los imperios económicos más poderosos del siglo XX en México.

Su visión empresarial lo llevó a invertir estratégicamente en dos sectores clave: el azúcar y los textiles. En ambos logró establecer casi monopolios, eliminando competidores y generando ganancias extraordinarias por más de seis décadas.

Pero su influencia no se limitó a las fábricas y plantaciones, expandió su imperio hacia otros sectores, como la infraestructura, el transporte y el entretenimiento, creando una red empresarial que fortaleció su control económico y político a nivel nacional.

Su capacidad para identificar oportunidades y consolidar poder económico lo convirtió en una figura sin precedentes en la historia.

Sindicatos, resistencia obrera y tensión social

Uno de los aspectos más polémicos de su trayectoria fue su constante enfrentamiento con los movimientos sindicales.

Su modelo de negocio se basaba en el control estricto de la fuerza laboral, negándose sistemáticamente a mejorar las condiciones de trabajo o aumentar los salarios. Esta postura generó continuos conflictos con organizaciones obreras y campesinas, marcando su gestión con una fuerte resistencia sindical.

Estas disputas no fueron casos aislados, sino parte de una estrategia más amplia para mantener bajos costos y altas rentabilidades. Sin embargo, logró mantener la estabilidad de sus empresas gracias a sus conexiones con el poder político y su habilidad para influir en decisiones clave del gobierno, lo que le permitió sortear crisis que habrían afectado gravemente a cualquier otro empresario.

Visión empresarial y control sindical: la fórmula con la que Jenkins sostuvo su poder durante más de seis décadas. Fuente: archivo.

El legado cultural y filantrópico de Jenkins: más allá del empresario controversial

A pesar de las múltiples críticas que rodearon sus prácticas laborales y su inmenso poder económico, William O. Jenkins dejó una huella significativa y duradera en el ámbito educativo y cultural de México.

Su figura, compleja y a menudo polémica, también puede entenderse a través de su faceta filantrópica, la cual tuvo repercusiones positivas que aún se perciben en distintos sectores del país.

Fue un benefactor clave en la modernización de la infraestructura educativa y social de México. Consciente de la importancia de la formación académica para el desarrollo nacional, financió la construcción de escuelas, caminos rurales y espacios comunitarios que conectaban regiones marginadas con centros urbanos. Además, destinó recursos para el otorgamiento de becas, permitiendo que estudiantes de escasos recursos accedieran a una educación superior de calidad, tanto en México como en el extranjero.

Su influencia también fue determinante durante la Época de Oro del cine mexicano, uno de los periodos más emblemáticos de la cultura popular del siglo XX. Como inversionista estratégico, apoyó la producción y distribución de películas nacionales, lo que ayudó a consolidar una industria cinematográfica sólida y competitiva, capaz de retratar las complejidades de la identidad mexicana ante el mundo.