En un mundo dominado por la obsolescencia programada, donde la renovación constante de dispositivos parece inevitable, la historia de Bill Gates representa una excepción notable, casi contracultural.
En los últimos días, salió a la luz un dato revelador: una parte importante de la infraestructura del mundo todavía opera con versiones antiguas de software desarrolladas por Microsoft.
Desde ascensores en hospitales de Nueva York que siguen utilizando Windows XP, hasta redes ferroviarias en Alemania que requieren técnicos especializados en Windows 3.11, el ecosistema no solo persiste: se convirtió en un engranaje sin fallas para el funcionamiento cotidiano de muchas sociedades.
Sin embargo, esta longevidad no es fruto del azar. Responde a una estrategia empresarial meticulosamente diseñada, en la que la estabilidad tecnológica se transformó en una fuente constante -y sorprendentemente vigente- de ingresos.
La dependencia perpetua, el lema que uso Bill Gates para generar su fortuna
El verdadero genio comercial de Bill Gates y Paul Allen no radicó en lanzar productos revolucionarios de forma constante, sino en construir un ecosistema tecnológico del que resultara casi imposible salir.
En lugar de depender exclusivamente de la innovación, apostaron por una lógica de continuidad que ató a millones de usuarios a sus sistemas.
A diferencia de compañías como Apple, que fomentaron la renovación periódica, Microsoft eligió otro camino: permitir que los usuarios siguieran utilizando computadoras antiguas, siempre y cuando pagaran por las licencias de software.
El resultado fue lo que algunos especialistas definen como una "dependencia silenciosa": un escenario en el que los sistemas operativos no se mantienen activos por elección, sino por necesidad económica. Migrar hacia nuevas plataformas puede implicar costos excesivos, tanto en términos financieros como operativos.
Ejemplos de esta realidad abundan. En la red ferroviaria de San Francisco, los técnicos todavía utilizan disquetes para iniciar sistemas basados en DOS. Y en el Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos, las historias clínicas se gestionan con un programa desarrollado en 1985, que solo responde a comandos en mayúsculas y con rutas escritas completas.
La paradoja de Microsoft: innovación en el frente, sistemas viejos en la base
Lo más sorprendente del caso Microsoft es cómo la empresa supo mantenerse relevante en dos tiempos a la vez. Mientras invierte miles de millones en inteligencia artificial y ocupa un lugar central en las discusiones sobre el futuro tecnológico, buena parte de sus ingresos aún proviene de sistemas creados hace décadas.
Esta situación expone una paradoja del progreso digital: mientras celebramos avances y lanzamientos constantes, la base que sostiene muchas funciones críticas de nuestras sociedades sigue dependiendo de software antiguo. En muchos casos, esos sistemas tienen más años que los propios técnicos que los operan.
Como explica el académico Lee Vinsel, de Virginia Tech, Microsoft no solo creó programas exitosos: construyó la base tecnológica sobre la que funciona gran parte del mundo. Y esa integración profunda, más que la innovación en sí, es lo que hizo de Bill Gates uno de los hombres más ricos del planeta.