La forma en que los adultos se comunican con los niños durante la crianza puede dejar una huella duradera. Las palabras, muchas veces dichas desde el cansancio o la costumbre, tienen un efecto directo en la construcción de la autoestima, la gestión emocional y la percepción que un niño desarrolla sobre el amor y los límites.
Lejos de buscar la perfección, cada vez más psicólogos insisten en la importancia de revisar el lenguaje que se emplea a diario, incluso en situaciones de tensión.
Crianza con respeto: cambiar las palabras para mejorar el vínculo
En el centro de este enfoque está la psicóloga Milena González, quien impulsa desde sus redes sociales una reflexión sobre las expresiones comunes que, sin intención de dañar, pueden afectar negativamente a los menores.
González destaca que muchas de estas frases están normalizadas en la cultura popular, pero no por ello dejan de ser dañinas. "En algún momento de nuestra vida pudimos haber dicho una de estas frases. Todos estamos aprendiendo. Somos parte de una generación que está aprendiendo a relacionarse con los límites desde el amor y el respeto y no desde el abuso de poder", ha señalado la especialista.
Entre los ejemplos más habituales, la psicóloga menciona expresiones como "deja de lloriquear o te doy una buena razón para que llores", que invisibilizan el malestar del menor y desacreditan sus emociones. Frente a ello, propone validar su tristeza: "Estás triste porque tú querías que Sofi se quedara otro ratito y se fue. Lo sé, mi amor. Aquí estoy para ti. Tú puedes con esto". Esta forma de acompañamiento ayuda a que los niños aprendan a identificar y transitar sus emociones sin miedo ni vergüenza.
Otro caso común se da cuando un niño se altera en público y se le reprende con un "¿no te da vergüenza portarte así?". González sugiere sustituir este juicio por una afirmación que transmita aceptación emocional: "Es válido sentir tristeza o alegría. Todas las emociones son válidas y te amo sin importar la emoción que estés sintiendo".
En situaciones cotidianas como las despedidas, también es frecuente presionar a los niños para que den besos o abrazos. La psicóloga apuesta por respetar su autonomía afectiva: "Tú puedes decidir cómo quieres saludar y despedirte de esa persona".
Niños y frases que conviene evitar: alternativas con enfoque emocional
El miedo y el chantaje emocional son herramientas a las que muchas personas adultas recurren sin ser plenamente conscientes del impacto que tienen. Expresiones como "me voy y te dejo aquí solo para que te lleve el loco" pueden generar ansiedad y confusión. En su lugar, González propone explicaciones claras y afectuosas: "Tú quieres quedarte un ratito más en el parque. Tenemos diez minutos más y nos vamos".
Otro clásico del autoritarismo verbal es el famoso "porque lo digo yo y punto", una frase que la psicóloga rechaza tajantemente: "Ningún niño debería escuchar a sus padres decir 'porque lo digo yo y punto'". Para estos momentos de tensión, sugiere hacer una pausa para calmarse y luego retomar el diálogo desde un terreno más racional: "Ahora mismo los dos estamos enfadados. Vamos a esperar que este enfado se enfríe y miramos cómo lo solucionamos".
González insiste en que estas propuestas no implican eliminar los límites, sino ofrecerlos desde una perspectiva más empática. El uso consciente del lenguaje no solo protege el bienestar emocional de los menores, sino que favorece un entorno familiar más saludable y seguro. "Reemplazar frases que humillan, manipulan o ridiculizan por otras que validan las emociones y acompañan desde el afecto" -sostiene la psicóloga- "puede transformar por completo la relación con los hijos".