En la cueva de Liang Bua, en la isla de Flores, Indonesia investigadores encontraron restos de un ser humano de apenas un metro de altura, conocido como Homo floresiensis o el “hobbit”. Su hallazgo no solo sorprendió por su tamaño, sino por la antigüedad de sus huesos y las herramientas que aparecieron junto a ellos.
Este descubrimiento obligó a los especialistas a reconsiderar cómo evolucionaron las primeras especies humanas y qué rutas migratorias recorrieron miles de años antes de la expansión del Homo sapiens.
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La evidencia arqueológica sugiere que se trataba de una población que habitó la isla durante un largo período y que desarrolló estrategias de vida adaptadas a un territorio aislado.
El misterio detrás del origen del “humano hobbit”
Según informó National Geographic, las primeras excavaciones dataron los fósiles entre 74.000 y 12.000 años atrás, lo que en su momento alimentó la teoría de que estos humanos fueron los últimos parientes cercanos del Homo sapiens en sobrevivir.
Sin embargo, nuevas investigaciones indican que los restos serían aún más antiguos, con dataciones que se sitúan entre 100.000 y 60.000 años, y herramientas asociadas que podrían alcanzar los 190.000 años.
Este cambio en las fechas abre la posibilidad de que el Homo floresiensis descendiera de un linaje distinto dentro del género Homo, quizá relacionado con grupos que abandonaron África hace más de 1,7 millones de años. Esto lo situaría como una especie hermana del Homo habilis o del Homo erectus, con un nivel evolutivo propio.
Así era el cuerpo y la vida cotidiana del “hobbit”
Los restos encontrados muestran cuerpos de alrededor de un metro de altura, brazos largos y cráneos pequeños, con una capacidad cercana a la de un chimpancé moderno (unos 380 cc).
A pesar de ello, contaban con herramientas de piedra que evidencian capacidad para procesar alimentos y desarrollar técnicas de supervivencia.
Los arqueólogos recuperaron entre nueve y catorce individuos en la cueva, lo que sugiere la existencia de un grupo estable y no de un caso aislado. Su anatomía podría ser resultado de un fenómeno llamado “nanismo insular”, un proceso evolutivo en el que especies aisladas reducen su tamaño con el tiempo debido a recursos limitados y adaptación ambiental.
¿Cómo llegó esta especie a una isla tan difícil de alcanzar?
Según los expertos, Flores es una isla rodeada por aguas profundas, por lo que llegar allí requiere atravesar zonas marinas que no pueden cruzarse simplemente a nado. Una de las hipótesis plantea que un evento natural extremo, como un tsunami, pudo haber arrastrado grupos humanos desde islas cercanas como Sulawesi.
La ausencia de evidencia genética directa y la limitada disponibilidad de fósiles hacen que muchas preguntas sigan abiertas. Nuevas investigaciones en islas vecinas podrían aportar claves que acerquen una respuesta final.