

Petrobras descubrió el año pasado millonarias reservas de crudo en las profundidades del mar frente a la costa brasileña.
Sabe que el petróleo está. Ahora viene la segunda etapa, la financiación que necesita para poder cumplir con el tercer paso: la puesta en marcha de las operaciones para convertir las reservas en combustible.
La tarea no parece sencilla. La empresa estima en su Plan de Negocios para el quinquenio 2013-2017, inversiones por 236.700 millones de dólares.
Para llevarlo a cabo, la petrolera eligió dos caminos, y los dos al mismo tiempo: salir al mercado y desprenderse de activos.
En cuanto a la financiación, Petrobras consiguió lo que ninguna empresa de América latina había logrado, al rescatar mediante la colocación de un bono internacional u$s 11.000 millones, a tasa fija y flotante, con plazos entre los tres y los 30 años.
En el terreno de la venta de activos, en lo que va del año anunció el desprendimiento del 20% de la participación que posee en la explotación de bloques petrolíferos en las aguas estadounidenses del Golfo de México por u$s 110 millones; lanzó una licitación de sus campos de petróleo nigerianos, una venta que podría dejarle hasta u$s 5.000 millones; le vendió a la uruguaya Administración Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (Ancap) el 50% de la empresa Montevideo Gas por 7,5 millones de dólares; y le vendió a la noruega Statoil 12% de su participación en una licencia para explotar hidrocarburos en un bloque marino frente a la costa de Tanzania.
En la Argentina, sigue en venta. Sin embargo, decidió no venderle a Cristóbal López, el mismo empresario al que ya le había vendido una parte de la misma empresa.
La conclusión parece simple: Petrobras vende, pero no porque en la Argentina no puede hacer negocios, vende porque necesita recaudar alrededor de u$s 10.000 millones este año. La pregunta es por qué no le vende a López.










