En su famosa teoría la espiral del silencio, Elisabeth Noelle-Neumann explicó cómo las opiniones mayoritarias en la opinión pública actuaban como condicionante para otras opiniones silenciándolas, incluso pudiendo hacer que desaparezcan del espacio público. Esta apreciación teórica, formulada en los años setenta, nos viene como anillo al dedo para intentar explicar el impacto que está teniendo el caso Nisman en la sociedad y analizar sus posibles incidencias de cara a los comicios de este año electoral.

Se observan tanto en las publicaciones de los distintos medios, como en las conversaciones en redes sociales y en las calles, dos grandes grupos que alzan sus voces con fuerza. Uno es el núcleo duro anti-kirchnerista que utiliza, ya sea para entender o para comunicar por conveniencia, la lógica de si X denuncia a Y, y X aparece muerto, ergo, Y mató a X. Esta convicción o manifestación de convicción, se llegue o no a la verdad, no cambiará. Este segmento estará siempre dispuesto a gritar #CristinaAsesina (en los casos más extremos) cuando perciban que el contexto los justifica.

De otro lado aparece otro grupo, que también alza su voz sobre el caso. Este conjunto de personas está dispuesto a amplificar el discurso oficial a como de lugar. Defenderá lo que Cristina o sus principales interlocutores digan que sucede. Algunos lo llamarán lealtad, otros obsecuencia o fanatismo. La realidad es que este grupo existe y, al igual que el anterior, su posición ya estaba tomada y seguirá tal como está en el futuro próximo. Tanto ayer como hoy, no tienen miedo de gritar #YoBancoaCristina y en afirmar que fue suicidio o que fue un golpe de las mafias ocultas en las sombras.

Finalmente, aparecen las opiniones silenciadas por estos dos grupos de opinión cristalizada. Algunos más informados que otros, no se apresuran en afirmar una explicación de los hechos ni a señalar culpables. Van siguiendo la evolución del caso, analizan y/o reciben las distintas declaraciones, y luego emitirán sus juicios y tomarán sus decisiones. Es en estos segmentos donde se definirá el impacto que esta situación tendrá en las elecciones y, al ser segmentos heterogéneos y dispuestos a cambiar de opinión, es imposible predecir lo que sucederá en diez meses. Sí podemos afirmar que dependerá tanto de la marcha de las investigaciones como también, y más especialmente, de cómo comuniquen y actúen los distintos actores políticos en danza. En cuanto a lo político estamos entonces casi como estábamos antes. El oficialismo continuará con su plan para llegar al 40% de los votos y esperar a que la oposición continúe fragmentada. Por ahora el caso Nisman no logró unirlos y parecería que nada lo logrará. Entonces habrá que esperar a ver si el FVP logra salir airoso de y/o fortalecido de esta situación y alcanzar el número necesario de votos y si las PASO no actúan, como esgrime el reconocido analista político Carlos Fara, como ordenadoras del voto opositor, haciendo que la mayoría de estos votos se vuelquen luego al candidato opositor que más votos coseche en dicha instancia. ¿Podrá alguna de estas corrientes de opinión convertirse en mayoritaria? ¿Podrán los distintos espacios políticos contar con un candidato que aglutine a todos los ciudadanos que se encuentran en estos segmentos más afines? ¿Surgirá una nueva corriente de opinión? Son todos interrogantes que a las encuestas cuantitativas les cuesta develar. Sí hay algo que es seguro: el 2015 arrancó con intensidady continuará así su marcha.