La decisión más difícil de Mauricio

El sigue diciendo que quiere ser candidato a presidente. El problema es que nadie le cree. Mauricio Macri está en la peor encrucijada de su carrera política. Hace un año que viene repitiendo su idea de competir en las elecciones de octubre. Pero nunca termina de anunciar su postulación. Ahora pidió que lo esperen hasta el 10 de mayo. Es demasiado tiempo, le responden. Tal vez no tenga mucho más que esta Semana Santa para decidirse. Los días corren. Cristina y el kirchnerismo parecen estar bien preparados para apostar a la reelección y Ricardo Alfonsín lo tienta a Francisco de Narváez, socio político de Macri en la victoria del 2009, para que sume su candidatura a gobernador bonaerense en la boleta presidencial de la UCR. Así, el cerco sobre el jefe de gobierno porteño se vuelve asfixiante.

n Accionistas del quiosco. Macri dice que él quiere pero que las personas en las que más confía le aconsejan optar por la opción más conservadora: buscar su reelección en la Ciudad. En esa postura están su consultor de cabecera, el ecuatoriano Jaime Durán Barba; su amigo y empresario de cabecera, Nicolás Caputo, y el funcionario que pasa más horas al día cerca de Mauricio: el secretario de gobierno Marcos Peña. Es mejor mantener el quiosco porteño cuatro años más; total vos tenés tiempo de ser presidente cuando Cristina entre en decadencia, le susurran estos campeones de la prudencia. Los que prefieren a Macri lanzado a la batalla presidencial creen que, con Cristina reelecta en la Casa Rosada, el quiosco porteño se le puede fundir en un santiamen. En estos días de fumata blanca, Mauricio tiene una frase preferida para referirse a este debate PRO: Estoy rodeado de cagones..., describe con su clásico enojo contenido. De todos modos, él tampoco arroja certidumbres sobre su decisión.

n El factor familiar. Primero está su esposa Juliana Awada. El hombre está recién casado, casi en luna de miel y esperando un bebé a los 52 años. Hay quienes juran que Juliana quiere que sea candidato a presidente como tantos otros convencidos de que ella lo prefiere cuatro años más con su trabajo actual. Mauricio explica que, antes de sufrir al kirchnerismo hostigándolo durante otro período porteño, prefiere volverse a casa a criar a su hijo. ¿Habrá que creerle? Quedan pocos días para saber la respuesta. Su padre Franco, ése empresario que ya no aparece en google cuando uno busca la palabra Macri, es otro de los que lo quieren lejos de la Casa Rosada. Alerta para analistas apurados. Mauricio fue a disputar la presidencia de Boca y el gobierno de la Ciudad contra los consejos de su padre. Construyó su carrera matando al papá en términos psicológicos. Esa materia ya está aprobada. También hay que anotar en las influencias de estas horas decisivas a quien fue su tío y consejero, el industrial Jorge Blanco Villegas, quien murió el lunes pasado y con quien Macri compartió sus últimos momentos íntimos. Pocos saben cómo lo influirá esa pérdida a futuro, pero muchos saben que lo ha impactado muy profundamente.
n Campaña o pañales. Cada uno tiene sus razones para esperar con ansiedad la decisión más difícil de Macri. Sus colaboradores desean saber si el futuro será seguir en la función pública o arriesgarse a la aventura laboral del llano. Sus aliados políticos quieren saber si contarán con él para enfrentar al kirchnerismo o si lo verán replegarse para defender el quiosquito. Cristina palpita una disputa mano a mano por la Presidencia y Alfonsín evalúa si lo tendrá como su adversario. Su esposa deberá acompañarlo en otra campaña de final incierto o ayudarlo a cambiar pañales lejos del poder. Mauricio está sólo con su circunstancia. Las encuestas le indican que está lejos, aún si llega a la segunda vuelta. Pero el corazón lo empuja hacia la batalla. Cuando anuncie a qué se postula, sabremos a quién le hizo caso el ingeniero civil al que le gusta disfrazarse de Freddy Mercury.

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