

Sería necio negar algo que el ministro Kicillof reitera cada vez que tiene oportunidad: que nos quedemos tranquilos, que tiene todo estudiado. Tratándose de un académico, autor de libros de pensamiento económico, es dable pensar que si existe un terreno donde pueden polemizarse y discutirse las decisiones del Gobierno, este ámbito no es el que enarbola como bandera principal el desconocimiento absoluto de lo que acontece. Es probable que Axel Kicillof ignore poco o no ignore nada.
Lo que a algunos cuesta imaginar, es que incluso ignorando poco o nada, es decir, abarcando con su conocimiento gran parte de los eventos que ocurren a diario en la economía doméstica, regional e internacional, Kicillof se preste a aventurarse por los intrincados pasillos de lo inesperado, dejándole una cuota de ocurrencia a probabilidades que no debieran tener la más mínima chance de entrar en juego.
Puesto de otro modo: la ignorancia es temible y todos somos ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas. Una clase de ignorancia es no saber lo que debiera saberse; otra es saber mal lo que se sabe y una tercera es saber lo que no debiera saberse.
Es probable que a la hora de poner en marcha la triple operación financiera que abarcó la recompra del Boden 2015, el canje por el Bonar 2024, y la colocación del bono a cambio de fondos nuevos, Kicillof y su equipo evaluara la contingencia de hacer esa maniobra financiera en una semana difícil para los mercados financieros por la caída del petróleo, el débil crecimiento de la zona euro, la apreciación del dólar en el mundo y la ralentización del comercio exterior chino. Entonces, ¿por qué debemos asignarle una responsabilidad de lo ocurrido a factores que sencillamente estaban ahí antes de haber tomado esas decisiones?
El Gobierno eligió hacer una colocación de deuda sin la participación de bancos de inversión. También eligió esperar hasta la segunda semana de diciembre para "desafiar la incertidumbre que generan los buitres y los grupos concentrados" y para confirmar con una oferta de pago adelantado "que el mercado nos tiene confianza". Por otro lado, eligió desoír el fallo del juez Griesa, sostener una inflación del 30% anual, devaluar la moneda, perseverar en el déficit a expensas del crecimiento económico, mantener los subsidios, sostener la política de empleo y la caída de los salarios en términos reales.
Ha habido resultados buenos y otros no tanto. Pero todos ellos han sido consecuencia de una conjunción de factores. Diferenciar los buenos y presentarlos como consecuencia de políticas propias y señalar a los indeseados como producto de un contexto que no colabora, parece difícil de creer.
"Elige tu propia aventura" es el nombre de una serie de libros juveniles de hiperficción explorativa que hizo furor en los 80, en los que el lector tomaba decisiones sobre la forma de actuar de los personajes y modificaba el transcurrir de la historia. Como en los libros, el Gobierno avanza en la lectura de la realidad tomando decisiones para enfrentar temas tan sensibles como holdouts, deuda, dólares, recesión o inflación. Ojalá sepan lo que nosotros ignoramos. Habrá ahí una razón para quedarnos tranquilos.













