Deuda: habrá arreglo cuando los dólares del futuro pesen más que el relato del pasado

Después de que la Fragata Libertad quedara embargada como rehén de la pelea con los holdouts, el gobierno argentino empezó a soñar con lograr respaldos a su postura en todos los foros internacionales posibles. El Mercosur, la ONU, la Corte Internacional de La Haya, fueron ámbitos en los que el kirchnerismo buscó instalar la pelea buitre como una gesta, como si se tratara del reclamo por la soberanía de las Malvinas. Cristina Kirchner aspiraba a torcerles el brazo a los usureros de las finanzas internacionales. Pero esos tiempos quedaron atrás.

La Justicia de EE.UU. encuadró definitivamente el pleito como un conflicto de intereses entre un Estado y un grupo de inversores que aceptó las reglas que había fijado la Argentina cuando salió al mundo a pedir prestado.

La gesta nunca fue. Los recursos legales nunca funcionaron y la sentencia de Griesa contra la Argentina sigue firme. La Corte de Apelaciones puso límites a los holdouts y al propio juez, pero nadie duda de que este reclamo no continuará por años, sino que habrá una negociación. Las decisiones judiciales conocidas en las últimas horas, como las que vendrán durante el resto del 2015, son las fichas con las que el Gobierno y los acreedores se sentarán a la mesa, en algún momento, a discutir un arreglo. El mejor posible para el país. Pero un arreglo al fin, uno que permita volver al mundo. Eso ocurrirá cuando la Argentina piense más en todas las inversiones que necesita para crecer (imposibles de hacer con pesos en el mercado doméstico) que en la obsesión de acomodar los hechos a un particular relato de la historia.

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