El hallazgo de los restos craneales un niño de 140,000 años de antigüedad ha abierto el debate acerca del origen de la humanidad al ser considerado un caso híbrido al presentar características tanto de humanos modernos (Homo sapiens) como de neandertales. El esqueleto fue desenterrado en la cueva Skhul, en Israel.
El hallazgo del cráneo híbrido corresponde a uno de los entierros humanos más antiguos conocidos durante excavaciones arqueológicas realizadas en la cueva Skhul, ubicada en el monte Carmelo, en 1928. Durante la misión, también se recuperaron los restos de siete adultos y tres niños.
Los restos óseos fueron calificados en primera instancia como pertenecientes a humanos anatómicamente modernos, aunque su morfología suscitó debates desde el inicio.
Cómo es el cráneo híbrido que pone en debate el origen de la humanidad
El cráneo híbrido descubierto hace casi un siglo fue sometido a un escáner de tomografía computarizada por investigadores del Centro Nacional para la Investigación Científica (CNRS) y del Museo Nacional de Historia Natural de Francia para ejecutar un análisis exhaustivo.
El fragmento de cráneo fue catalogado como Skhul I y pertenecía a una niña de entre 3 y 5 años. Los restos estaban incompletos y muchas secciones habían sido reparadas con yeso durante los años 30, lo que dificultaba su estudio; las piezas incluían parte del neurocráneo y la mandíbula inferior.
Diferentes autores han asignado el fósil a Homo sapiens, Homo neanderthalensis o un híbrido de ambas especies en un intenso debate, pero en la actualidad la tendencia es que es un "humano anatómicamente moderno". Es una mandíbula incompleta, reconstruida y consolidada con yeso y parece ser plesiomórfica, bastante afín a neandertal.
El eslabón perdido entre el neandertal y el humano moderno
Durante el proceso de excavación se separó la mandíbula del resto del cráneo y en esqueleto. Lo cierto es que la pieza hallada presenta características particulares tanto de neandertales y del humano moderno, por lo que se lo denominó como una especie "híbrida".
Elperfil craneal y las redes vasculares eran más similares a los de los neandertales, mientras que la forma del laberinto óseo es anatómicamente moderna, pero la bóveda es baja, el occipital es alargado con un ligero plano nucal, el foramen magnum está ubicado dorsalmente, la forma dentoalveolar anterior de la mandíbula es característica del neandertal y no hay mentum osseum.
Las características auditivas externas y la inclinación de la base del cráneo coinciden con las del Homo sapiens. La inclinación hacia atrás del foramen magnum (donde la columna vertebral se inserta en el cráneo) es similar a la de Kabwe I, un espécimen de Homo rhodensiensis.
Sus dientes se disponen en un arco amplio y redondeado, similar al de los niños neandertales. La superficie del esmalte no es similar a la de los neandertales, el espécimen de Skhl I presenta una ruptura en la cresta trigoidea media. Esta característica es típica de los neandertales, pero ausente en los humanos modernos.
El estudio indica que el cráneo de Skhl I no puede atribuirse definitivamente al Homo sapiens. Este mosaico de rasgos propios de Homo sapiens, neandertales y caracteres plesiomórficos también se ven en el esqueleto postcraneal. Podría sugerir que el infante es un híbrido.
Anne Dambricourt Malassé, paleoantropóloga y coautora del estudio, aseguró al medio Live Science que "no hay manera de que esta morfología represente solo la variabilidad del Homo sapiens". En su opinión, el esqueleto corresponde "objetivamente" a un híbrido entre Homo sapiens y neandertal.
En el Pleistoceno Medio, el Levante fue encrucijada de los flujos genéticos entre linajes indígenas y taxones de África y Eurasia, lo que probablemente explica la antropología de Skhl I. Las primeras prácticas que implican entierros no pueden atribuirse exclusivamente al Homo sapiens.