

A lo largo de la historia, el ser humano ha experimentado una evolución asombrosa, desde sus orígenes hasta la complejidad de la sociedad moderna.
La adaptabilidad ha sido clave en este proceso y los cambios en los hábitos, especialmente en la alimentación, han sido reflejo de la capacidad humana para ajustarse a distintos entornos y condiciones.
Desde los tiempos más primitivos, la alimentación ha desempeñado un papel fundamental en la supervivencia y el desarrollo cultural.
A medida que los humanos evolucionaron, los hábitos alimenticios han experimentado transformaciones significativas, marcadas por descubrimientos, innovaciones y la influencia de factores ambientales. Descubrí cómo se produjo este cambio a través de la historia.
El comienzo de la era alimenticia del ser humano
En el Paleolítico, los humanos eran cazadores-recolectores y su dieta se basaba en alimentos de origen animal, como carne, pescado y huevos. También consumían vegetales, frutas, verduras y frutos secos.
Este periodo inicial refleja la necesidad de la supervivencia a través de la recolección de recursos naturales y luego, con el surgimiento de la agricultura, se produjo un cambio trascendental en la alimentación humana.
"Cocinar era aparentemente poco común hasta hace 500.000 años y se desconocen los efectos de las técnicas de procesamiento carnívoro" explica un estudio de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos.

Sin embargo, con el descubrimiento del fuego, los humanos probablemente utilizaron una combinación del método de fricción (se frotaban dos maderas en una piedra) o de percusión (golpeando dos piedras hasta generar una chispa) para cocinar sus alimentos.
A medida que los humanos desarrollaron el control del fuego, pudieron cocinar sus alimentos y hacerlos más nutritivos y digeribles, permitiéndoles crecer y desarrollarse mejor.
"Más que la invención del fuego, lo que realmente nos hizo humanos fue aprender a utilizarlo para cocinar" explicó Suzana Herculano-Houzel, neurocientífica del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Ya entre los años 8000 a 1000 a.C. se inició el desarrollo de la agricultura y la ganadería, con el predominio en la dieta de cereales integrales complementados con legumbres, verduras, pescado y frutas estacionales.

Para la experta, "el 100% de los alimentos cocinados son metabolizados por nuestro organismo, mientras que los alimentos crudos producen solamente entre el 30 y el 40% de sus nutrientes".
Es por ello que, con este cambio de hábito, el humano desarrolló mejor su cerebro y esto le permitió absorber más nutrientes.
Los cambios de hábito en el consumo de alimentos
En la Edad Media, la dieta de los europeos se basó en cereales, como trigo, cebada y centeno y, en productos derivados de la leche, como el queso y la manteca.
La dieta para esta época era más simple y menos variada que la de los primeros humanos. Sin embargo, proporcionaba a las personas los nutrientes que necesitaban para sobrevivir y prosperar.

Tiempo después, con la llegada de la Revolución Industrial, que comenzó en el siglo XVIII, se produjeron grandes cambios en la sociedad, incluida la forma en que se producía y se consumía la comida.
Para la era preindustrial, la mayoría de las personas vivían en áreas rurales y cultivaban sus propios alimentos, pero la dieta era relativamente simple y se basaba en productos como cereales, verduras y frutas. La carne era un alimento caro y se consumía con moderación.

Debido a las mudanzas para que las personas puedan trabajar en las nuevas fábricas, cultivar los propios alimentos se volvió difícil. De esta manera, la dieta se volvió más dependiente de alimentos procesados y de origen animal.


