Los paisajes de interior ganan terreno como destinos veraniegos tranquilos y auténticos. En la provincia de Teruel, muy cerca del pequeño pueblo de Aguaviva, se encuentra un enclave que deslumbra por su bellezanatural: las Pozas del río Bergantes.
Un conjunto de piscinasnaturales de aguasturquesa que, lejos de las masificaciones del litoral, ofrece un remanso de paz entre pinares, formaciones rocosas y patrimonio histórico.
El entorno se presenta como una opción perfecta para quienes buscan desconectar sin renunciar al encanto del agua y la montaña. Las pozas, modeladas por el carácter impetuoso del río, invitan al baño y al descanso a la sombra.
Pero también sorprenden con senderos que recorren antiguas rutas comerciales y conectan con lugares de gran valor histórico, como el imponente PuentedeCananillas, testigo silencioso de siglos de historia.
¿Qué hace únicas a las Pozas de Aguaviva?
El río Bergantes, con su flujo irregular y potente, ha moldeado durante siglos un paraje natural de una belleza difícil de igualar. Las pozas se extienden a lo largo del cauce entre paredes rocosas y playas de piedra donde la vegetación autóctona aporta frescura y color. Las aguascristalinas, además de ser seguras para el baño, mantienen una temperatura ideal durante el verano.
Su principal valor reside en la armonía entre lo salvaje y lo accesible. A pesar de ser un destino muy popular en la zona, nunca alcanza niveles de saturación turística, lo que permite disfrutar del entorno sin agobios.
Además, la limpieza del río y la calidad del agua se mantienen gracias al cuidado de los vecinos y visitantes, que han sabido proteger este tesoro natural.
¿Por qué visitar Aguaviva es mucho más que un chapuzón?
El puente de Cananillas, a solo cuatro kilómetros del centro urbano, añade un atractivo patrimonial al conjunto. Esta construcción de origen renacentista formó parte del Camino Real y permitía el transporte de mercancías hacia la costa mediterránea.
Hoy, desde lo alto de su estructura, se pueden contemplar las pozas como en una postal: el azul del agua contrastando con la piedra centenaria del puente y el verde de la vegetación que lo rodea.
Además, el pueblo de Aguaviva ofrece al visitante un entorno cuidado, buena gastronomía y rutas de senderismo que cruzan zonas protegidas por su valor ecológico. Con menos de 600 habitantes, es un ejemplo de cómo un pequeño núcleo puede convertirse en punto de referencia para el turismo rural de calidad. En sus alrededores es posible avistar aves rapaces y disfrutar de caminatas que conectan naturaleza, historia y tranquilidad en un mismo trayecto.