"Compré el auto, tengo la factura, lo pagué todo, pero ahora me entero de que no soy el titular". "Vendí el coche hace años, pero me siguen llegando multas por exceso de velocidad". "En el divorcio acordamos que el auto quedaba para mí, pero ahora no lo puedo vender". "Mi papá falleció, el auto estaba a su nombre, y no sé cómo hacer para que quede a nombre de mi mamá".

Son frases que escucho con frecuencia en mi trabajo como registradora. Y detrás de cada una hay un problema que, en la mayoría de los casos, podría haberse evitado con una mejor comprensión de lo que implica la registración de un automotor.

En la Argentina, un vehículo no es solo un bien mueble. Tiene una regulación especial porque representa una inversión considerable y, sobre todo, porque tiene la capacidad de causar daños a terceros. Por eso existe un sistema registral específico que brinda seguridad jurídica y protege a todas las partes involucradas en una operación.

Muchas personas no lo saben, pero en el Registro del Automotor se puede conocer toda la historia de un vehículo. Eso incluye a sus anteriores titulares, si tiene prendas, medidas cautelares, embargos, si fue robado o si tiene algún impedimento para circular. Esta información no es un detalle técnico: es clave antes de comprar, vender o incluso tomar un vehículo como garantía de un préstamo.

A su vez, la registración cumple otra función: permite deslindar responsabilidades. Por ejemplo, si vendí un auto pero no hice la transferencia, puedo hacer una denuncia de venta que me protege ante eventuales multas, siniestros o conflictos legales. Si lo compré pero no tengo toda la documentación, puedo hacer una denuncia de compra y obtener una cédula provisoria para circular hasta completar el trámite. Estos instrumentos existen y están al alcance de todos, muchas veces por un costo menor al de un café.

También es importante saber que hay situaciones legales -como un divorcio o una sucesión- que pueden resolverse directamente en el registro, sin necesidad de un escribano ni de recurrir a un juzgado. Si las partes están de acuerdo y son mayores de edad, se puede hacer la adjudicación del auto directamente en la oficina registral, con la sentencia de divorcio o la declaratoria de herederos, y por un arancel que representa apenas el 1% del valor del vehículo. Es rápido, económico y completamente legal.

La registración no solo es un trámite: es una herramienta de protección. Y no es necesario ser abogado para comprenderla. Lo que necesitamos es formación y acceso a información clara, porque muchas veces los conflictos no se dan por mala fe, sino por desconocimiento.

Una buena formación permite brindar herramientas concretas, basadas en la normativa vigente y en casos reales, para que los registradores, mandatarios, abogados y ciudadanos en general puedan desenvolverse con más seguridad y eficiencia.

El registro del automotor no es un obstáculo, es un sistema de garantías. Y cuanto más lo conozcamos, menos conflictos vamos a tener.