El boom del turismo masivo ha convertido a Barichara y Santa Fe de Antioquia en paradas obligadas de cualquier ruta colonial. Sin embargo, en los confines orientales del país late una joya colonial que permanece fuera del radar de la mayoría de los viajeros. Llegar hasta ella exige horas de carretera y un buen espíritu aventurero, pero la recompensa vale cada curva.
Quienes se animan confiesan que es un destino para viajeros curiosos, amantes de la arquitectura intacta y de los pueblos donde el tiempo parece haberse quedado quieto.
Aun así, las estadísticas del Ministerio de Comercio revelan que el flujo anual de visitantes no supera las 15.000 personas, una cifra insignificante frente a los cientos de miles que llegan a los íconos santandereanos.
Revelamos el nombre: ¿qué hace única a La Playa de Belén en el mapa de los pueblos coloniales?
Fundada en 1862 y declarada "Pueblito más lindo de Norte de Santander" en 1995, La Playa de Belén ostenta una línea de casas bajas, paredes encaladas y balcones labrados que recuerdan un pesebre gigante. "Es un pesebre viviente que combina paisaje agreste con un casco urbano impecable", describe la Red Turística de Pueblos Patrimonio.
Esa uniformidad cromática, sumada a las fachadas blancas con zócalos de colores tierra, le valió en 2005 la declaratoria de Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional.
El corazón del pueblo es la iglesia de San José, adornada con retablos en madera original. A su alrededor, callejones empedrados conectan la plaza con miradores que regalan vistas a los cañones secos de la Serranía de los Estoraques. "Aquí todo está tan bien conservado que parece set de película", comenta Ana Díaz, cronista de Citix Turismo.
La membresía en la Red de Pueblos Patrimonio impulsa ahora pequeñas hosterías familiares y cafés que funcionan en antiguas casonas de teja curva.
Arquitectura colonial intacta y paisajes lunares: razones para viajar al Norte de Santander ahora
Más allá de sus calles, el municipio abraza el Área Natural Única Los Estoraques, un bosque de formaciones rocosas que muchos comparan con un paisaje lunar. "Son milenarios guardianes de piedra que desafían la gravedad", relató El Tiempo en un especial sobre destinos emergentes.
El paraje, a tan solo 15 minutos del casco urbano, ofrece senderos autoguiados y miradores desde donde se divisa el tapete blanco de la población. La reserva cuenta con poca señalización, así que guías locales se han organizado para recibir a visitantes y proteger la zona.
El recorrido termina con una foto obligada frente al obelisco de estoraques, símbolo natural del municipio y de toda la región. Esa mezcla de geología, historia y silencio explica por qué Los Estoraques se han convertido en el mayor argumento para cruzar la cordillera oriental.
Otro atractivo es la temperatura templada -21 °C de promedio- que invita a caminar sin prisa y a sentarse en los portales a ver caer la tarde. "Se siente la paz de un sitio que el conflicto armado no tocó de lleno", afirma el blog Mi Viaje por Colombia, que destaca las dificultades viales como clave para mantener baja la afluencia.
Esa misma falta de visitantes posibilita que el aumento de precios sea contenido; hoy un hospedaje sencillo ronda los 60.000 pesos la noche y un almuerzo típico con cabrito cuesta 25.000 pesos. Para el mochilero, es un alivio encontrar un destino hermoso y todavía asequible.
Cómo llegar y cuándo ir: guía express para descubrir este tesoro escondido
La Playa de Belén se ubica a 200 km de Cúcuta y a 90 minutos de Ocaña, sobre una carretera secundaria que en temporada de lluvias puede volverse lenta. Desde Bogotá, el viaje dura cerca de 14 horas por tierra, aunque la Aeronáutica Civil evalúa reactivar vuelos a Ocaña para acortar tiempos.
El Ministerio de Transporte anunció la pavimentación de un tramo faltante de 22 km, obra que, según la Gobernación, reduciría el recorrido en 45 minutos y mejoraría la conexión vial con la Costa Caribe.
La mejor época para ir es de diciembre a febrero, cuando el clima seco realza los matices rojizos de Los Estoraques y las fiestas patronales llenan de música carranguera el casco histórico.