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En una ceremonia marcada por la solemnidad y la emotividad, Colombia despidió este miércoles al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, quien falleció dos meses después de sufrir un atentado en Bogotá.

La misa fúnebre, celebrada en la Catedral Primada y oficiada por el cardenal Luis José Rueda, contó con la presencia de expresidentes como César Gaviria, Ernesto Samper y Juan Manuel Santos, además de representantes del Gobierno de Estados Unidos. Por decisión de la familia, ningún delegado del presidente Gustavo Petro asistió al acto, lo que marcó un fuerte mensaje político en medio del duelo.

Afuera, en la Plaza de Bolívar, cientos de simpatizantes coreaban consignas reclamando justicia y responsabilizando al actual mandatario por la violencia que azota al país. El féretro, cubierto con la bandera de Colombia y custodiado por el Batallón Guardia Presidencial, fue acompañado por miles de ciudadanos.

Entre los momentos más conmovedores, destacó cuando Alejandro, hijo de cuatro años del senador, depositó una rosa blanca sobre el ataúd, rememorando la tragedia que Miguel vivió a la misma edad con el asesinato de su madre, Diana Turbay, en 1991.

Palabras de la familia y llamados a la justicia

Durante la ceremonia, la viuda María Claudia Tarazona recordó la integridad y el compromiso democrático de Uribe Turbay, subrayando su rechazo a la política basada en la violencia y la corrupción. "Miguel dejó sembrada la política decente, sin negociar principios ni valores" , afirmó.

Por su parte, su padre, Miguel Uribe Londoño, evocó la pérdida de su esposa hace 34 años y expresó el dolor de despedir ahora a su hijo bajo circunstancias similares. Exigió que todo el peso de la ley caiga sobre los responsables y aseguró que la familia luchará hasta lograr justicia.

Honores militares y despedida popular

El funeral incluyó honores militares y la interpretación de El Guerrero por la Orquesta Filarmónica de Bogotá junto a Yuri Buenaventura. Bajo una lluvia de rosas blancas, el cortejo se dirigió al Cementerio Central, seguido por una multitud que formó una calle de honor.

La despedida de Miguel Uribe Turbay se convirtió no solo en un homenaje, sino también en un clamor contra la violencia política que sigue marcando la historia de Colombia.