

La imponente placa dorada sobresale en la calle 19 de la prolija ciudad de Washington. IMF Center, dice la sede central del Fondo Monetario Internacional. El check in a sus oficinas no tiene nada que envidiarle al aeropuerto. Zapatos out, laptops por la cinta y una completa revisión de todos y cada uno de sus visitantes. Una vez superada la prueba hay una pequeña travesía por una especie de museo de monedas en la que se puede ver un billete de un peso argentino que hace tiempo no circula y la moneda actual, entre tantas otras de los países miembros.
Aunque no lo admiten formalmente, en las huestes del Fondo se diferencia entre la liga de Brasil, Chile, Colombia, Perú y Uruguay, al momento de hacer un análisis, respecto de los que denominan otros. La Argentina, Bolivia, Ecuador, Paraguay y Venezuela, aparecen dentro de este segundo pelotón. "Las diferencias se basan en aquellos que tienen esquemas de metas de inflación y están más integrados a los mercados respecto de los que no", justifica un analista local. Desde su punto de vista, el crecimiento de "los otros" fue por encima de su potencial con un riesgo de sobrecalentamiento y por ello ameritan también una constante distinción respecto del futuro inmediato. Las luces amarillas que detectan para el corto plazo son: inflación, crecimiento del gasto público, posiciones fiscales estructurales y el no hacer caso a las recetas más ortodoxas. Léase: Cuando hay tiempos de bonanza ahorrar y cuando hay crisis contar con recursos para gastar y generar políticas contracíclicas.
El análisis que realizan es que la Argentina debe seguir más de cerca los valores de referencia de los commodities que la crisis en la Eurozona. Los pragmáticos números así lo justifican: Entre un 30 y un 40% de las exportaciones argentinas se explican por los commodities. Habrá que seguir la evolución de los valores de referencia porque ello impactará más fuerte que la crisis europea, sostienen. "Un eventual shock de commodities implica cuatro puntos porcentuales del PBI", grafica un analista de la región. En la sede del Fondo creen que se están acortando los colchones de resistencia para un escenario adverso y que se debería tratar de tener colchones fiscales entre los otros. Por eso, habrá un contacto mayor en los próximos días.
En julio 2006 se produjo la última revisión local. Sólo Venezuela tiene un atraso mayor, según los datos del organismo. Sin embargo, aseguran que tendrán "paciencia." El seguimiento argentino se realiza ahora a través de los diarios y de información pública (Ver recuadro Historia de desencuentros). No obstante, en los próximos días habrá novedades. Unas 20 personas durante ocho meses trabajarán desde noviembre próximo en el sistema financiero local. Revisarán los datos de las instituciones, corporaciones y del sector público. El ejercicio tendrá tres partes: análisis de la estabilidad financiera en el país con enfoque en el sistema bancario, se harán una serie de tests de estrés para ver la posibilidad de aguantar shocks internos y externos, y además se analizará el sistema regulatorio para llegar a un informe local. La misión fue consensuada con el Banco Central, aunque nadie lo admite oficialmente. De hecho, prefieren no dar mayores detalles al respecto.Entre puertas cerradasEl ascensor de la sede del Fondo conduce ahora al piso 10 en el que un sinfin de pasillos y puertas cerradas delinean un mapa en el que una gentil azafata resulta imprescindible para llegar a la reunión con alguien que conoce de cerca la Argentina. De hecho, vivió en Buenos Aires. Allí se encuentra la economista mexicana María González Miranda, quien acaba de regresar a la sede central tras el cierre de la oficina local. El marco lo dan varios cuadros con ex directores del FMI, entre los que figura el argentino Claudio Loser. La joven funcionaria está lista para anticipar lo que viene en la región. "Comparando las décadas de los 80 y los 90, vemos que desde 2000 a 2010 el crecimiento de América Latina fue sostenidamente mayor a pesar de las crisis", describe desde un prolijo power point. Justifica la tendencia en el muy favorable clima para el intercambio que tuvo América del Sur y la disponibilidad de financiamiento externo a tasas muy bajas. Eso generó que los capitales internacionales fluyeran
hacia la región", señala. Considera que se produjo una mejora sustancial en la posición fiscal durante la década que transcurrió hasta 2010, una baja en la deuda, además de una situación interesante en el sistema financiero en el que el crédito se vio sostenido en el fondeo de depósitos. Para el futuro inmediato, cree que las economías avanzadas seguirán con una débil recuperación por la necesidad de fortalecer los balances del Gobierno, hogares y bancos. "Vemos brechas de producto negativas tanto en los Estados Unidos (-4,9%) como en la zona del Euro (-2,3%)", agrega. La realidad que vislumbra el Fondo para Asia emergente es de un crecimiento moderado pero todavía robusto. Eso tendrá un impacto directo en América Latina, donde el contexto externo provocará una ligera moderación del crecimiento pero dependerá de las políticas anticíclicas. La proyección del PBI real para América del Sur este año es de un 3,8%, recuperándose en 2013 a 4,8%, según las estimaciones del FMI. No obstante, se excusa de hacer
referencias específicas de la Argentina, un país al que conoce pero del que no quiere hablar formalmente. Al menos, por ahora. z we










