Aquellos años infelices

El tiempo pasa rápido. El portal Educ.Ar cumple 15 años. Me tocó cubrir la inauguración oficial, en septiembre de 2000, en pleno auge punto-com, cuando cada día florecían nuevos sitios web con el objetivo de llegar a cotizar en Nasdaq y venderlo por millones. En el caso de Educ.ar, la idea fue desarrollar un portal de contenidos educativos donde, además de una herramienta de formación para los alumnos de escuelas públicas, también sea un espacio donde los docentes pudieran capacitarse. El otro ambicioso objetivo era conectar a Internet a las 45 mil escuelas del país. El fin del portal se resumía en 3C: Contenidos, Capacitación y Conectividad.
La idea inicial surgió de la relación entre Martín Varsavsky y el joven sushi Fernando Aíto De la Rúa, hijo menor del entonces presidente de la Nación. Varsavsky es un empresario argentino proveniente de las telecomunicaciones y el negocio inmobiliario, radicado primero en New York y después en España, tras irse del país en los años oscuros de la dictadura militar.
Para poner en marcha el portal, el empresario realizó una donación al Ministerio de Educación de la Nación de $ 11.282.855 (en ese momento dólares). Un peso por cada alumno argentino. La noticia, elogiada en todo el mundo, pegó fuerte en el ámbito local y los medios gráficos pusieron a Varsavsky a sus tapas. Era la primera vez que un empresario privado donaba tanto dinero para un proyecto educativo estatal.
Aíto quedó como director ejecutivo del portal, que en aquel entonces funcionaba en un lindísimo edificio antiguo de Recoleta, en Azcuénaga casi Santa Fe. "Esto es una revolución en el sistema educativo", dijo en su discurso De La Rúa padre. Su hijo hablaba de hacer una empresa estatal pero que funcionara como una privada, financiándose con publicidad y acuerdos de venta de contenidos y software al exterior. El ministro de Educación Juan Llach (padre de Lucas, candidato a vicepresidente por la UCR en las últimas PASO) pidió un crédito al BID para comprar las computadoras que se repartirían en los colegios. Faltaba la conectividad, pero el segundo crédito nunca llegó.
Pero Educ.ar también sirvió para fines políticos. Poco después de la inauguración, en enero de 2001, se presentó un directorio de notables que colaborarían en el proyecto. En aquel grupo estaban, entre otros, Luis Moreno Ocampo y José Octavio Bordón. Pero también un tal Domingo Cavallo. Sí, el ex ministro de Menem entró al gobierno de la Alianza por la ventana de Educ.ar para, semanas después, en marzo, convertirse en el ministro de Economía. Cubrí también aquel evento y recuerdo que, sonriente, Cavallo se mandó una frase histórica, bien a su estilo, asegurándose así la completa atención de los medios. Dijo que De La Rúa sería recordado como "el Domingo Sarmiento del siglo XXI". El tiempo no le dio la razón al padre del uno a uno y en retrospectiva, la frase suena tragicómica.
El sueño inicial de Educ.ar, al igual que el de la Alianza, terminó a los pocos meses. Al poco tiempo de arrancar, la burbuja punto.com explotó en el mundo y, además, el gobierno de De la Rúa comenzó a perder altura hasta estrellarse en diciembre de 2001. La historia es conocida: crisis económica, corralito, protestas contra los bancos, desocupación. El directorio del portal decidió invertir la donación inicial de Varsavsky en bonos de la deuda externa, que fueron pesificados a 1,40 en los tiempos de la presidencia de Duhalde. Para fines de 2002 ya no quedaban fondos. Educ.ar, como miles de argentinos, quedó a la deriva.
Cuando asumió Néstor Kirchner, en mayo de 2003, Educ.ar fue relanzado por Daniel Filmus, entonces ministro de educación. El filósofo Alejandro Piscitelli fue designado gerente general. Durante su gestión se produjeron CDs interactivos con contenidos educativos que fueron repartidos en las escuelas de todo el país. El objetivo del portal, que continúa hasta hoy con algunos aciertos, es ser la plataforma tecnológica ejecutora de todas las políticas del ministerio.
Sin embargo, en el sitio actual de Educ.ar no hay rastros del período 2000-2003 inicial. Años fallidos, erráticos, por supuesto, pero no por eso inexistentes. La historia oficial arranca, claro, en 2003, cuando con el gobierno de Kirchner se puso un marcha, dice el sitio, "una profunda transformación de la educación". Inadmisible. La historia debe ser contada completa, sin ediciones. Sobre todo para no repetir los mismos errores.
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