¿Y si llueven dólares?

En los últimos días se ha planteado un debate, a mi juicio poco útil, respecto a si es posible levantar el cepo cambiario al comienzo de la gestión del próximo gobierno. Sabemos que esta administración, por errores propios, no está en condiciones de reducir las restricciones que existen a las transacciones cambiarias (de hecho las ha profundizado en los últimos meses) porque producto de la desconfianza que generan sus decisiones inconsistentes de política económica ha logrado que en un mundo donde sobraban dólares en la Argentina escaseen. En definitiva, el cepo fue el instrumento utilizado para intentar demorar las correcciones necesarias en el frente fiscal y monetario luego de años de excesos cuyos efectos eran tapados por el precio récord de la soja en el mercado internacional y por la apreciación del real brasilero. Con el viento de frente es ahora evidente para casi todos los analistas que el rey está desnudo.

En la medida que el próximo presidente busque volver a la normalidad el cepo cambiario deberá desaparecer. Si ello ocurre el 11 de diciembre o algunos meses después no parece relevante, más teniendo en cuenta que hay varias dimensiones del cepo: la restricción a la libertad de comprar divisas para ahorrar, negociar bienes inmuebles o viajar al exterior, las demoras en los pagos de importaciones, regalías y dividendos al exterior y la obligación de los exportadores de liquidar divisas en plazos inusualmente cortos. Las que afectan en forma directa al ciudadano común son más atractivas para el político medio, pero son las menos relevantes para el desempeño de la economía en el corto plazo.

La velocidad a la cual se puede levantar el cepo depende de varios factores. Obviamente hay que modificar de cuajo la inconsistente trayectoria de la política fiscal y monetaria. No es necesario eliminar de golpe el déficit fiscal pero no creo que alcance con anuncios a futuro sin poner algo (sustancial) de contado. Además, al momento del cambio de gobierno seguramente habrá atrasos importantes en los pagos de importaciones, se acumularán varios años de giros de dividendos por debajo de los normales y habrá pocas reservas líquidas. A favor jugarían la normalización de las ventas de soja si es que se retiene algo más de lo habitual a medida que nos acerquemos a diciembre y la posibilidad de que entren capitales apostando a la recuperación de la economía argentina. Sin algún ordenamiento inducido por la autoridad monetaria los primeros días de la próxima administración es posible que haya, ex-ante, más demanda que oferta de dólares.

A mi juicio los temas más relevantes a analizar son otros. El primero es cómo se logra revertir la desconfianza en la Argentina que ha generado la actual administración. Los famosos primeros 100 días de un nuevo gobierno son clave. Pero ¿qué es necesario incluir en ese período para no desilusionar a los que quieren apostar a la recuperación del país? Soluciones graduales no creo que alcancen.

Esto es importante porque la verdadera restricción que ha impedido que la Argentina crezca después de 2012 es la falta de divisas. La entrada de capitales es indispensable no sólo para acelerar la salida del cepo sino, mucho más importante, para que el necesario ajuste del sector público no sea recesivo.

El segundo tema es el nivel del tipo de cambio. La eliminación total del cepo lleva por definición a la unificación. Si no llueven dólares por la razón que sea la convergencia se hará mucho más cerca del tipo de cambio blue que del oficial que haya en ese momento. Pero ¿qué pasa si la entrada de capitales es de una magnitud tal que hay presiones de mercado para sostener el valor cerca del oficial?

Aquí debemos recordar que el equilibrio financiero de corto plazo entre la demanda y la oferta de dólares puede no ser sostenible a mediano plazo. En particular, debemos recordar varios factores que sugieren que hoy tenemos un atraso cambiario significativo, entre los más importantes, la fuerte reducción de exportaciones no tradicionales y los costos laborales unitarios industriales 75% mayores a los que había al final de la convertibilidad.

El impacto en los costos del sector transable de la economía es hoy compensado por tres elementos que desaparecerán tarde o temprano. Por un lado, los subsidios a la energía para la industria y el comercio superan hoy un punto del PIB. Dado que es más fácil políticamente eliminar estos subsidios que los que favorecen a los consumidores residenciales, en un marco de estrechez fiscal es razonable esperar que ese subsidio se pierda relativamente rápido.

Además, la unificación cambiaria eliminará la posibilidad importar insumos a dólar comercial y vender los productos a precios calibrados a un tipo de cambio mayor.

Finalmente, las restricciones para-arancelarias al comercio exterior deberían reducirse sustancialmente luego de que los argumentos de la Argentina en su defensa fueron desestimados por la OMC.

Si sólo hay una tenue garúa de dólares el mercado hará el trabajo por si sólo, pero si llueven dólares es mejor que la autoridad monetaria vaya pensando en cómo evitar la apreciación respecto de la cotización del blue. Esa tarea será más fácil cuánto más se reduzca el pedido del Tesoro por financiamiento monetario.

Temas relacionados
Más noticias de dólar
Noticias de tu interés