Existe consenso respecto del efecto de la situación fiscal sobre la coyuntura económica y el crecimiento. Por lo que, siendo el Estado uno de los grandes actores de la economía argentina, es importante analizar la evolución fiscal en los últimos años así como algunos grandes números de una agenda para el desarrollo.

Desde el final de la Convertibilidad, la situación fiscal ha mostrado matices para resaltar. En este sentido vale la pena concentrarse en el Sector Público Nacional (SPN que comprende Tesoro Nacional, ANSES y resto de organismos).

El SPN ha mostrado en la última década dos etapas. Entre 2003 y 2008 hubo una situación fiscal sólida con un promedio de superávit financiero de +1,3% del PIB. Mientras que entre 2009 y 2013 se pasó a una situación más débil con un déficit de -1,1%. Las estimaciones para 2014 indican un resultado de -3,0% del PIB.

Dentro de los ingresos del SPN, una parte corresponde a las utilidades del BCRA y a la renta del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS de ANSES). Estos recursos han estado entre 1% y 1,5% del PIB desde 2007, aunque en 2014 se estiman en 2,5%. En un enfoque de desarrollo, no deberían ser considerados en los ingresos del SPN.

Otro resultado relevante ha sido el aumento de tamaño del SPN. En el año 2003 era 12,6% del PIB pasando a 23,4% en 2013. Es decir, tuvo un incremento de 10,8 puntos porcentuales. La presión impositiva verificó similar fenómeno, pasando de 13% a 21,5% del PIB.

Una posible línea de acción sería mantener el nivel de presión impositiva, justificada por las necesarias políticas de desarrollo a financiar. No obstante, deberían sustituirse los ingresos derivados del BCRA y el FGS, y a su vez adecuarse los gastos en el monto del déficit financiero de 2014.

Entonces, la agenda fiscal podría ir por una reforma tributaria que sustituya 2,5% del PIB que actualmente financian el BCRA y el FGS, mientras que en el gasto se deberían adecuar 3,0% del PIB.

La sustitución de 2,5% del PIB de ingresos no es un tema menor, si además se considera la revisión de la estructura tributaria, el desafío es relevante. ¿Qué temas tributarios debieran revisarse? Los impuestos de emergencia nacidos en el final de la Convertibilidad, como Derechos de Exportación y Débitos y Créditos Bancarios, son un primer punto. El Impuesto a las Ganancias en lo que se refiere a estructura de alícuotas, montos no imponibles y ajuste por inflación. La tributación sobre consumo en IVA e Internos. Estas temáticas no son abordadas ahora, dado que representan todo un capítulo. La adecuación de alícuotas, exenciones y el avance tecnológico contra la evasión, debieran aportar la sustitución de 2,5% del PIB que hoy es generado por las utilidades del BCRA (efecto en emisión monetaria) y la renta del FGS (efecto en sustentabilidad previsional).

En el gasto, la discusión podría iniciar sobre la focalización de las transferencias corrientes al sector privado. Éstas representan 5,5% del PIB, (son relevantes los subsidios a energía y servicios públicos) y han sido un factor explicativo de la transición entre superávit (2008) y déficit actual.

La recuperación del pilar fiscal como condición para el desarrollo es un desafío enorme, pero dista de ser un imposible. Si congelamos la situación proyectada actual (no se profundiza en 2015), se trata de medidas que involucran 5,5% del PIB (2,5% en ingresos más 3% en gastos), que podemos comparar con situaciones recientes en el mundo desarrollado. Por ejemplo el déficit que enfrentaron España (11,1% del PIB) y Reino Unido (11,4% del PIB) en 2009, durante la crisis financiera. En 2014 España ha reordenado su situación con un déficit de 5,5%, previendo equilibrio en 2018. Mientras que el Reino Unido ha bajado su déficit a 5% del PIB en 2014.

En definitiva, volver al sendero de fortaleza fiscal implica eliminarle a la economía los efectos del financiamiento vía BCRA y FGS. Además se necesita una reforma tributaria que adecue la estructura de impuestos para una economía más competitiva. Acompañado, por otra parte, por mayor eficiencia y superior focalización del gasto público. Todos estos ingredientes debieran además combinarse con una agenda federal que recomponga las potestades tributarias y responsabilidades de gasto a favor de los gobiernos subnacionales.