Afectada por la fuerte caída del mercado interno, la pérdida de competitividad de sus exportaciones y una situación financiera compleja, Celulosa Argentina perdió $ 133.303 millones (alrededor de u$s 97 millones). Así lo informó la compañía del grupo Tapebicuá, al mismo tiempo que reconoció estar sin capacidad financiera para continuar operando, por lo que busca el ingreso de fondos por parte de nuevos socios o inversores.
"Esta situación es totalmente atípica e inesperada, dado que la sociedad había tenido excelentes resultados en los ejercicios previos (inclusive en el último ejercicio finalizado el 31 de mayo de 2024). Los profundos cambios que ha instrumentado el Gobierno Nacional en materia fiscal, monetaria y cambiaria plantean desafíos que nos resultan aún difíciles de superar. A pesar de los significativos aportes financieros de los accionistas, la situación ha empeorado de manera drástica", indicó la compañía en el documento que envió el martes a la Comisión Nacional de Valores (CNV).
Además, la compañía reportó una pérdida integral -incluye todos los activos y resultados de la compañía- de $ 172.634 millones, lo que evidencia un deterioro aún más profundo en su patrimonio.
La caída en los ingresos de la compañía es otro de los números en rojo que la preocupan: la facturación por actividades ordinarias cayó un 44% respecto al año anterior, a un total de $ 258.637 millones. Esta baja, combinada con costos de ventas que solo se contrajeron un 14%, llevó a un resultado bruto negativo de $ 44.224 millones.
El deterioro de la rentabilidad de la compañía también se reflejó en un EBITDA negativo de $ 20.146 millones. Este, en el ejercicio anterior, había dado un resultado positivo de más de $ 101.973 millones.
Finalmente, Celulosa describió su situación patrimonial. Este pasó de ser un valor positivo a un saldo negativo de $ 23.774 millones. Este hecho, según el propio documento, la coloca en una "causal de disolución" conforme a la Ley General de Sociedades, lo que pone en riesgo su continuidad como negocio, a menos que logre revertir esta situación.
La reacción de Celulosa
La empresa adjudicó este resultado negativo a una demanda local extremadamente débil en los sectores de la economía vinculados al consumo. "La recuperación económica que han exhibido algunos sectores en la economía en los meses recientes, no se ha percibido en el sector donde operamos", reconocieron.
A su vez, el escrito resalta que la compañía sufrió una significativa caída en sus ventas, fundamentalmente en el último semestre, que llegó al orden del 52% si se compara con lo logrado en el mismo semestre del ejercicio anterior. En tanto, durante el ejercicio actual, el volumen de las ventas en el mercado interno tuvo una caída interanual del 32% en toneladas.
A pesar de que las exportaciones de la compañía sí aumentaron respecto al mismo período del ejercicio anterior (104%), estas, aseguró la empresa, tienen una rentabilidad mucho menor a la que usualmente se obtiene en el mercado interno.
Por otra parte, los costos de la operación "aumentaron en forma significativa, en especial si son medidos en dólares, y no han podido ser trasladados a precios debido a la falta de demanda y a la amenaza de la importación. Por el contrario, los precios debieron ser reducidos durante el ejercicio. Ello ha provocado una importante reducción de los niveles de rentabilidad bruta y operativa que alcanzaron el -17% y -31%, respectivamente".
En este complejo contexto, el directorio y la gerencia de la sociedad asumieron estar "evaluando alternativas orientadas a la reestructuración de los pasivos, incluyendo la búsqueda de nuevos socios o inversores que contribuyan a recomponer el capital de trabajo, así como cualquier otra herramienta legal que coadyuve a preservar la continuidad de la sociedad, la integridad de sus activos, y la estabilidad de sus fuentes laborales".
La crítica situación de Celulosa Argentina
La compañía es la mayor papelera del país, y, si bien cayó en default en mayo de este año, atraviesa una compleja crisis financiera desde mediados de 2024, caracterizada por un contexto macroeconómico difícil, a lo que se sumaron también factores externos de la industria que afectaron su desempeño.
A fines de julio la empresa anunció que suspendería la actividad en sus plantas ubicadas en Capitán Bermúdez y Zárate, mientras buscaba renegociar una deuda de alrededor de u$s 128 millones con sus acreedores. El plan buscaba adecuar la estructura de capital a la capacidad real de generación de negocios, extendiendo los plazos de vencimiento para reforzar la situación financiera. Según comunicó la compañía a la CNV en ese entonces, el objetivo era garantizar la continuidad operativa, clave para abastecer el mercado local, cumplir en el corto plazo con sus clientes habituales y, en el mediano plazo, con proveedores y acreedores.
Para eso, el accionista principal de la compañía, Grupo Tapebicuá, inyectó un total de u$s 76 millones en los últimos meses del ejercicio. "Dichos aportes no fueron suficientes para hacer frente a las obligaciones financieras y operativas de la sociedad, así como para afrontar el pago de las obligaciones negociables y de los cheques de pago diferido".
A comienzos de julio, Tecmaco Integral -empresa proveedora de servicios de izaje y movimiento de cargas pesadas y acreedora de Celulosa Argentina- solicitó su quiebra ante la Justicia santafesina. La presentación se hizo por una deuda de $ 13 millones, a los que se sumaron otros dos cheques vencidos impagos por $ 20 millones cada uno.
Resultado de estas dificultades, Celulosa informó en abril de este año que contrató los servicios de VALO Columbus, la consultora en mercado de capitales que se fusionó el año pasado con el Banco de Valores. Es una de las firmas con mayores pergaminos de la plaza local en reestructuraciones de deuda corporativa. Asesoró a los bancos internacionales acreedores de Vicentin y, actualmente, está trabajando con Surcos, la fabricante de agroquímicos que detonó los defaults que hubo en el campo.



