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Los raspados son un antojo muy popular en todo México, sobre todo en temporada de calor. Se preparan con hielo triturado y se les añade jarabe, leche condensada, frutas o dulces. Son irresistibles, especialmente para los niños. Pero detrás de su sabor, hay riesgos que vale la pena conocer.

El problema no es el hielo, es el azúcar

Una sola porción de raspado puede contener entre 30 y 50 gramos de azúcar, una cantidad que rebasa la recomendación diaria de la Organización Mundial de la Salud, que sugiere no consumir más de 25 gramos.

Este exceso puede tener consecuencias como:

  • Mayor riesgo de diabetes tipo 2

  • Aumento de peso y problemas metabólicos

  • Dificultad para establecer hábitos alimenticios saludables en niños

Además, los jarabes suelen contener colorantes y saborizantes artificiales que, en ciertos casos, podrían empeorar problemas de conducta infantil, aunque la evidencia aún es debatida.

El otro riesgo: higiene

Muchos puestos no utilizan hielo hecho con agua purificada. Esto puede derivar en infecciones gastrointestinales por bacterias, virus o parásitos. También hay riesgo si los utensilios o ingredientes no se manejan de forma adecuada.

Fuente: Freepik
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¿Hay forma de hacerlos menos dañinos?

Algunas variantes con fruta natural pueden aportar un poco más de nutrientes, pero no compensan del todo la gran cantidad de azúcar. Lo ideal es que su consumo sea ocasional, dentro de una dieta equilibrada.

Una buena alternativa es optar por jarabes naturales, menos azúcar, o prepararlos en casa con ingredientes controlados y medidas higiénicas.

Un raspado puede ser un gusto, pero si lo tomas a diario, también puede ser un riesgo. Lo importante es disfrutarlo con moderación y sin dejar de lado tu salud.