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Sin dudas, la Argentina se roba las miradas de los “big players” de Wall Street por estos días. En un “think tank organizado por Fitch Ratings y el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, en inglés) en el que participaron los bancos UBS, Bank of America (BofA) y Wells Fargo, el país ocupó un lugar destacado tanto por su ajuste fiscal como por el respaldo político y financiero de EE.UU.

La discusión partió de una pregunta central: ¿puede América Latina transformar los vientos de cola cíclicos en fortaleza estructural? Con ese foco, el IIF reunió a un panel de pesos pesados de Wall Street.

Flujos de capital sólidos hacia emergentes, con un fuerte sesgo hacia América Latina y un dólar más débil que alivia condiciones financieras, reduce el costo de la deuda en moneda dura y empuja capital hacia los mercados como el argentino.

El mapa fiscal de la región: Argentina en el grupo “bueno”

Alexander Müller, economista jefe para la región andina, Centroamérica y el Caribe en el BofA, tomó el relevo para ordenar el tablero fiscal. Su diagnóstico fue, en términos relativos, sorprendentemente favorable. “En 2025 hay más historias fiscales en mejora que en deterioro en América Latina”, afirmó.

Müller recordó que el apretado calendario electoral de los próximos 12 meses, con elecciones en Chile, Honduras, Costa Rica, Colombia, Perú y Brasil, será decisivo para la trayectoria fiscal.

Y, con la experiencia reciente de Ecuador, Bolivia y la Argentina, se mostró “optimista” respecto de que los resultados puedan favorecer una mayor disciplina fiscal en varios países, “quizá con menos convicción en Brasil”.

A la hora de agruparlos fue explícito. En el grupo de “buen desempeño fiscal” incluyó a la Argentina, Ecuador, Panamá, Guatemala y El Salvador. En el segmento “intermedio”, ubicó a Chile, Perú, México, Costa Rica, Uruguay y Honduras. Y en el grupo “malo”, a Brasil, República Dominicana y quizá Jamaica —por el impacto del huracán, mientras que reservó la categoría de “muy malo” para Colombia y Venezuela.

En ese marco, destacó a la Argentina por un dato clave. “El lunes de esta semana, los bonos 2030 operaron con rendimientos por debajo del 9%, lo que significa que el país, en la práctica, ya recuperó acceso al mercado”, remarcó Müller.

Y vinculó esa mejora directamente con el ajuste fiscal: “Pasaron de un déficit de -6% del Producto Bruto Interno (PBI) antes de Javier Milei a un rojo cercano a cero. Las elecciones y el apoyo de EE.UU. vía la línea swap también ayudan. Es un desarrollo muy positivo”.

Argentina: activos baratos, ventana de oportunidad y cuatro condiciones

Martín Castellano, jefe de Research para América Latina del IIF, profundizó el caso argentino y lo colocó en el centro del debate sobre si la región puede convertir el ciclo favorable en cambios duraderos.

Según Castellano, el apoyo del gobierno estadounidense y el resultado electoral modificaron de forma sustancial el panorama macro del país.

“El riesgo de un retorno a políticas populistas, que era, con diferencia, la mayor preocupación de los inversores, quedó despejado por ahora”, señaló. Aunque dejó una advertencia: “Digo ‘por ahora’ porque con el peronismo uno nunca sabe, como nos enseñó la experiencia de 2017 con (Mauricio) Macri”, advirtió.

Precisamente ese riesgo político, sumado al historial de crisis, había dejado a los activos argentinos “particularmente baratos” en un mundo donde monedas, acciones y bonos emergentes, “incluso criptomonedas y oro”, se apreciaron frente al dólar. Tras la elección, esos precios rebotaron con fuerza, pero Castellano cree que “aún tienen margen para seguir recuperándose”.

Esa combinación de precios deprimidos y shock de confianza abre, en su visión, una ventana para recalibrar el programa de estabilización en condiciones menos tensas.

“Es un juego completamente distinto ahora: la demanda de dólares se relajó, muchas empresas ya accedieron —o están en proceso— a los mercados, lo que también mejora la oferta de divisas”, explicó.

En ese contexto, "el soberano tiene una oportunidad para recuperar acceso al mercado a tasas razonables, algo crucial para la sostenibilidad de la estrategia".

Castellano anticipó que el Gobierno intentará “algún tipo de operación de manejo de pasivos, quizás una recompra (de deuda) modesta pronto”, lo que podría reforzar la confianza del mercado ante un perfil de vencimientos desafiante: “Tenemos u$s 18.000 millones de pagos programados para el año próximo”, recordó.

Pero advirtió que, para que ese escenario se materialice, la Argentina tiene que cumplir al menos cuatro condiciones:

  • Acertar en la segunda fase del programa de estabilización: esto implica acumular reservas y ajustar la política cambiaria para lograr un tipo de cambio real compatible con el crecimiento. “Será un proceso desafiante, porque implica más pesos en circulación, y el reto será hacerlo sin poner en riesgo la desinflación, que es claramente la prioridad del Gobierno”, dijo. Por eso, no espera “cambios radicales” en el marco de política monetaria en el corto plazo.
  • Avanzar en reformas de productividad. Castellano reiteró que la región —y Argentina en particular— necesita reformas estructurales para crecer más. Mencionó la reforma laboral y la impositiva, “que será la primera en llegar”, como piezas centrales. Proyectó un crecimiento del orden del 4% para este año, pero aclaró que se explica sobre todo por el arrastre estadístico de 2024 y un primer trimestre muy fuerte: “Hoy la actividad está plana”, admitió. De ahí la importancia de reformas que permitan recuperar dinamismo y eviten la tentación de usar la apreciación cambiaria para impulsar consumo y contener inflación.
  • Mantener la disciplina fiscal y ampliar la base política. Castellano advirtió que el Gobierno enfrentará demandas de gobernadores y otros actores para aprobar las reformas. “Creo que el mercado tolerará cierta flexibilización del ajuste fiscal a cambio de un mayor consenso político”, señaló. La discusión del presupuesto será, según él, la primera prueba de esos trade-offs.
  • Gestionar expectativas para evitar demandas irreales. Aunque el humor de mercado mejoró, la Argentina es, en su comparación, “una economía macroeconómicamente frágil” frente a otros países de la región, que cuentan con instituciones fiscales y monetarias más sólidas y mercados financieros locales más profundos. Esto deja al país especialmente expuesto si el contexto global se complica en la segunda mitad del año, de cara al 2026.

Un entorno global más amable, pero no garantizado

Richard Francis, director senior y codirector para las Américas en calificaciones soberanas de Fitch Ratings, fue el encargado de trazar el mapa global. Recordó que el ciclo actual está atravesado por varios shocks: el giro proteccionista de la administración Trump, la suba abrupta de aranceles, que llegó a elevar la tasa arancelaria efectiva a casi 20% en abril, y ahora una moderación hacia niveles cercanos al 14%.

En ese marco, América Latina aparece relativamente bien posicionada: “Los aranceles efectivos sobre la región rondan el 5%, bastante por debajo del castigo aplicado a China y a varios países del Sudeste Asiático”.

La principal excepción es Brasil, que enfrentó un arancel del 50%, aunque su baja dependencia de las exportaciones mitiga el golpe. México, en cambio, se beneficia de la exclusión de buena parte de los aranceles siempre que cumpla con el USMCA, aunque persiste la incertidumbre por la próxima renegociación del acuerdo.

En materia de crecimiento, Fitch proyecta que la mayoría de los países de América Latina se moverán en torno a su tasa potencial, apuntalados por el menor nivel de aranceles, la resiliencia de Estados Unidos y un entorno financiero global algo más benigno. Sin embargo, Francis fue claro en el límite del ciclo: “La región no ha encarado grandes reformas estructurales, y eso le pone techo al crecimiento”.

En inflación, la foto es mejor que hace unos años: la mayoría de los países volvió al rango objetivo de los bancos centrales, lo que permitió iniciar un ciclo de recortes de tasas, ayudado por el inicio de los recortes de la Reserva Federal (Fed).

No obstante, Brasil y Colombia se destacan como excepciones, con una inflación más persistente y tasas de interés que se mantienen sin cambios, lo que llevó a Fitch a mantener a Colombia con perspectiva de calificación negativa.

Flujos, dólar débil y el límite del ciclo

Brendan McKenna, economista de mercados emergentes y estratega de FX en Wells Fargo, aportó la visión de mercado sobre flujos y monedas. A su juicio, América Latina “se volvió más atractiva” y el sentimiento de los inversores hacia la región mejoró a lo largo del año, impulsado por condiciones financieras globales más fáciles.

McKenna describió un cuadro de fortaleza amplia de las monedas latinoamericanas, compresión de spreads de crédito y bolsas locales que han llegado a superar el desempeño del S&P 500 y otros índices de referencia.

Hubo, reconoció, una “disrupción menor” en torno al Día de la Liberación, que puso a prueba el apetito, pero en términos netos el balance del año fue positivo.

El factor clave, según Wells Fargo, fue la depreciación del dólar: “La debilidad del dólar redujo buena parte del premio por riesgo asociado a América Latina”, explicó. Y mientras la Fed siga con sus recortes de tasas de referencia, McKenna cree que ese patrón podría extenderse “al menos durante la primera mitad del próximo año”, lo que le permitiría a la región seguir capturando flujos.

Pero también puso un límite temporal al entusiasmo. Cuando la Fed deje de recortar, “quizás en junio del año próximo, quizá un poco antes”, McKenna prevé una reversión parcial de flujos de capital hacia Estados Unidos y la posibilidad de que América Latina “devuelva una parte de las ganancias” acumuladas durante ese tiempo.

A eso se sumará el ruido propio del calendario electoral, capaz de generar episodios de volatilidad país por país.

Desde el punto de vista de valuaciones, advirtió que, especialmente en Forex (tipo de cambio), “algunos niveles parecen algo estirados”, por lo que no descarta correcciones puntuales “bastante bruscas” en ciertas monedas de la región.

Monroe Doctrine 2.0 y el giro político en la región

Alejo Czerwonko, CIO para mercados emergentes en las Américas de UBS Global Wealth Management, llevó la discusión al terreno geopolítico.

Coincidió con el diagnóstico de que la región estuvo, en términos relativos, fuera del foco de Washington durante buena parte de los últimos 25 años, desplazada por Asia y Medio Oriente. Pero planteó que 2024-2025 pueden marcar un punto de inflexión.

“Se habla de una ‘Doctrina Monroe 2.0’ y creo que hay algo de cierto en eso”, dijo, al repasar la actitud más asertiva de Estados Unidos este año en casos como Panamá, Venezuela y, sobre todo, la Argentina. Sumó a México en la lista de prioridades de Washington, tanto por la cuestión de seguridad como por el ángulo comercial y regulatorio.

En paralelo, describió un giro político interno en la región: la “marea rosa” se está retirando y comienza a configurarse un nuevo liderazgo de centro-derecha, con la Argentina, El Salvador, Ecuador, Bolivia y Paraguay como ejemplos recientes y la posibilidad de que Chile se sume en el corto plazo.

Si el calendario electoral se inclina en esa dirección, advirtió, en un año podríamos ver “mayor cohesión y cooperación” entre gobiernos que “ven el mundo de manera similar”.

Ese realineamiento político, cruzado con la mayor presencia de EE.UU., tiene implicancias directas para la Argentina: refuerza la lectura de que el país se convirtió en una pieza estratégica en el tablero regional, tanto en términos financieros (la línea swap y el acceso al mercado) como geopolíticos.

La foto que dejó el panel es clara: la Argentina volvió a entrar en la categoría de “buen desempeño fiscal” para Wall Street y recuperó, en la práctica, acceso al mercado, en un contexto en el que los vientos de cola globales favorecen a América Latina.

Pero el mensaje de fondo fue menos complaciente: sin reformas estructurales, sin acumulación de reservas y sin una estrategia política que sostenga el ajuste, el país sigue como uno de los eslabones más frágiles de una región que se juega buena parte de su futuro en el superciclo electoral de 2025-26.