Entre los puntos que más obsesionan al Gobierno está la reforma laboral. Javier Milei llega fortalecido en el Congreso, con una Confederación General del Trabajo (CGT) que tiene un nuevo triunvirato sin tanto poder. En qué puntos podría haber acuerdo y qué quiere la central obrera.
El 5 de noviembre los sindicatos agrupados proclamaron al nuevo triunvirato, en las vísperas de la reforma y pese a que algunos representantes se retiraron antes, prevaleció la idea de no quebrar y mantener la unidad aún en la disidencia.
Con un total de 1639 votos y de ellos solo 35 en blanco -la UTA se retiró antes pero se mantiene dentro de la CGT- los elegidos para reemplazar a los cosecretarios generales Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (Estacioneros) fueron Cristian Jerónimo (Vidrio) y Jorge Sola (Seguro). Por su parte, Octavio Argüello (Camioneros), el último en arribar a la cúpula tras el portazo de Pablo Moyano, continúa en el cargo.
En este sentido, los dirigentes sindicales tienen un futuro incierto delante, una reforma en el Congreso en el cual los gobernadores ya negociaron con Milei y con un peronismo debilitado. Fuentes allegadas a la cúpula obrera aseguraron a este medio que aún no fueron convocados por parte de la Casa Rosada.
Desde la central creen que lo importante no es la reforma laboral sino la reactivación económica. “Es lo que piden los empresarios”, dijo una voz allegada a El Cronista. Sin embargo, en cuanto a la reforma laboral y los primeros borradores que se dieron a conocer afirmaron que había sectores que requerían flexibilidad por su novedad tecnológica.
Entre los sectores clave que podrían ser negociados, voces calificadas incluyeron minería e hidrocarburos. Sin embargo, descartaron apoyar una reforma laboral que “saque derechos” a los trabajadores. Aun así, se mantienen cautos desde la CGT y aseguraron que los borradores que circulan todavía no son oficiales, esperan el llamado de la Rosada.
“A lo que nos tengamos que oponer lo haremos, como lo hicimos con el DNU70/30 y las partes laborales del mismo”, advirtieron.
Sin embargo, hubo un guiño del flamante ministro del Interior, Diego Santilli, durante su presentación en la Convención de la Unión Industrial Argentina (UIA). “Es importante que ustedes (los empresarios) acompañen. Me tocó ver a los representantes de los trabajadores (en la Convención), que vinieron a saludar, se trata de tener un diálogo maduro con altura”, remarcó Santilli e hizo referencia al breve encuentro que tuvo tras bambalinas con Jerónimo y Solá allí presentes.
En este sentido, aseguró que es necesario “sacar a la gente de la informalidad” y que esto “generará una mejora para todos”. “Incluso a los jubilados, para tener más activos que pasivos”, aseveró el flamante funcionario.

Reforma laboral: los ejes principales en debate
En la Casa Rosada aseguran que el borrador de la reforma laboral avanza “sin pausa, pero con diálogo”. Detrás de esa frase se esconden varios de los puntos que el Gobierno ya puso sobre la mesa en las conversaciones con los gobernadores y los gremios más grandes.
Uno de los ejes centrales es la posibilidad de que los convenios por empresa tengan prioridad sobre los de actividad. Hoy, ese tipo de acuerdos solo pueden mejorar condiciones sectoriales, pero no modificarlas.
Mientras tanto, el desafío inmediato pasa por asegurar la aplicación efectiva de los convenios vigentes, aunque el Ejecutivo insiste en que las paritarias deben tener en cuenta la “sostenibilidad económica de las empresas”, un principio que —según subrayan— comparte la OIT.
El objetivo de fondo es avanzar en una revisión más amplia de los convenios colectivos, un terreno donde Milei apuesta a tender puentes con los sindicatos de mayor peso. Una de las llaves para ese acercamiento sería la incorporación de los llamados “salarios dinámicos”: un esquema que combine un básico remunerativo con componentes variables vinculados al desempeño y los resultados. “El que más produce, más gana; y la empresa que premia el mérito, crece”, resumen cerca del Presidente.

En el Gobierno consideran que las paritarias tradicionales, centradas en la inflación, “responden a un modelo agotado”, porque igualan los aumentos sin reconocer el esfuerzo o la productividad. La apuesta oficial es instalar una nueva cultura laboral basada en la competencia, la eficiencia y los incentivos.
En paralelo, la reforma incorpora otros capítulos más técnicos: digitalización de registros, eliminación de trámites burocráticos, libertad para pactar salarios en distintas monedas y la posibilidad de implementar bancos de horas dentro de los convenios.
Este último punto toma como referencia el modelo griego, impulsado en Argentina por el empresario Martín Varsavsky, que plantea jornadas extendidas compensadas con descansos dentro de un límite semanal.
En Balcarce 50 todavía no hay un consenso cerrado, pero que el rumbo ya está trazado: modernizar las relaciones laborales para ganar flexibilidad y, al mismo tiempo, asegurarle al Gobierno los primeros acuerdos legislativos del verano.




