Luego de una transición "muy natural", hace 16 meses, Carla Martín Bonito, asumió la presidencia de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios y bebidas (Copal) que dirigió Daniel Funes de Rioja en la última década y media.
"Lo mío fue verdaderamente un crecimiento constante de la mano del sector y, bueno, en lo particular de la gestión que lleva adelante esta entidad, que representa a la industria de alimentos y bebidas, la más importante de nuestro país, con una agenda súper desafiante", dijo la ex directora Ejecutiva, que se forjó dentro de la institución que representa a 33 cámaras sectoriales y un universo de 14.700 empresas de todo el país.
En el marco del 50° aniversario de la entidad Bonito se propone "visibilizar" el aporte del sector a la economía y busca que se posiciones como un "motor decisivo para el país que viene", junto con los otros pilares: Vaca Muerta, litio y el campo.
De cara a las reformas que el sector privado espera de Javier Milei, si se consolida su liderazgo en octubre, la ejecutiva pone el foco en el amplio superávit de u$s 30.000 millones que genera a industria,
Sólo tres sectores explican cerca del 50% de la actividad exportadora: pellets y alimentos para animales, derivados de soja y carne.
En ese sentido, advierte por la necesidad de diversificar la oferta exportable para crecer por encima de menos del 2% que hoy representa la inserción de Argentina al mundo.Sólo tres sectores explican cerca del 50% de la actividad exportadora: pellets y alimentos para animales, derivados de soja y carne.
-¿Qué pesa más, el contexto de aranceles global o el de desregulación y desburocratización local?
-Los dos contextos son desafiantes y nosotros partimos de que somos un sector que tiene una ventaja comparativa indiscutible: es la principal industria manufacturera, aportamos 3 de cada 10 pesos que genera la industria, 413.000 puestos de trabajo directos, o sea, esto se amplía si pensamos en toda la cadena de valor agroindustrial, aportamos 4 de cada 10 dólares de exportación con una balanza ampliamente superavitaria en torno a los u$s 30.000 millones.

Es alentador todo el ordenamiento macroeconómico que estamos experimentando, y desde ya la baja de la inflación, todos son factores que alientan a poder proyectar esta actividad en términos de previsibilidad y mayor certeza también para nuestros negocios.
El contexto internacional no deja de ser desafiante porque tenemos una posición muy relevante en términos de generación de divisas y además estamos convencidos de que Argentina necesita exportar para crecer.
- ¿Cómo afecta el 10% de aranceles para ingresar a EEUU?
- Representó un incremento; Argentina participaba de otros sistemas como el de preferencia arancelaria con Estados Unidos que no se renovó pero entendemos que el equipo negociador está haciendo los esfuerzos para que esa posición mejore.

-¿Hay expectativa de que el sector de alimentos y bebidas sea incorporado a las 100 posiciones que se negocian con EEUU?
Nosotros hemos facilitado nuestra oferta exportable y lo potencial a Estados Unidos. Entendemos que tenemos oportunidad para llegar de otra manera y esperamos que el resultado del escenario de negociación sea próspero y que nos signifique una mayor actividad exportadora (en promedio, Argentina exporta por u$s 2000 millones anuales).
-¿Cuantas empresas exportan?
-Tenemos un entramado de empresas exportadoras bastante limitadas ya que de las 14.700 empresas, 1.300 registran actividad exportadora, una de cada doce. Al igual que la actividad productiva, la actividad exportadora y la cantidad de empresas se ha mantenido a lo largo de los últimos 15 años.
Venimos operando al 60% de nuestra capacidad instalada, con un 40% de capacidad ociosa. Eso tiene mucha relevancia en términos del potencial que tiene este sector para sumarse rápidamente a las posibilidades de expandir su actividad exportadora o también productiva.
-Qué pasa con el acceso al crédito, particularmente con el salto de las tasas. ¿Está afectando la cadena de pagos?
- El acceso al financiamiento forma parte de nuestra agenda de competitividad y de mejora. Venimos también de facilitar e identificar situaciones que restringían el acceso al financiamiento, empezando por las posibilidades de calificación. Claramente, la posición de las tasas hoy hacen muy dificultosas las posibilidades de financiamiento que son en muchos casos muy significativas para disponer de capital de trabajo o afrontar algunas obligaciones que son más de corto plazo.
-¿Ven riesgos en el aumento de la importación tanto de alimentos o insumos que han dado saltos exponenciales?
-La importación de alimentos y bebidas se presenta de forma histórica dentro de nuestra actividad pero poco significativa; exportamos por 30 mil millones de dólares e importamos por 1500, 2000 millones. Con lo cual es irrelevante.
Tenemos un universo de 14.700 empresas, con lo cual la competencia se desarrolla en un universo super atomizado que además produce toda la variedad de productos que demanda Argentina y que demanda el mundo. Y también empresas que están nucleadas en Copal, que tienen en su portfolio un mix de productos que elaboran a nivel nacional y que también importan.
-¿A diferencia de otras industria en alimentos no existe alerta por la competencia externa ?
-Hoy la importación no se presenta como una amenaza para nuestra industria en general.

-¿Cuál es la expectativa para el segundo semestre?
-En promedio, la actividad de alimentos y bebidas en el último año registró un 0,9 de caída; eso implicó más caídas en algunos, menos en otros. La actividad quedó como estancada; bebidas es el sector más complicado en términos de recuperación. El acumulado del primer semestre registra una variación del 6%. Lo importante es qué tendencia se consolida Después, obviamente, a qué ritmo.
Lo que está claro dentro de nuestros registros es que mayoritariamente los sectores registran recuperación. En la medida que esta recuperación, que son estas variaciones positivas, se sostengan, bueno, podemos identificar una tendencia de crecimiento.
-¿Y cómo se refleja esto en precios?
-Es similar. ¿Qué se consolida? la baja. ¿A qué ritmo? Bueno, también va variando un poquito según el mes. Con la actividad y con las ventas ocurre un poco lo mismo. Según el Índice de Precios Internos al por Mayor (IPIM) estamos unos cuatro puntos por debajo de la inflación minorista.
Agenda para competir
-¿Cuáles son los ejes de trabajo actual?
-Hay distintos desafíos dentro de lo que es la actividad de alimentos y bebidas. Por un lado, el poder dar cobertura y empezar a discutir la agenda de competitividad. Nosotros venimos de transitar, todo este ordenamiento, en el cual también hemos facilitado en la normalización del comercio exterior, identificando un montón de trabas que obstaculizaban la posibilidad, por ejemplo, de disponer de materias primas e insumos, que fue toda la desarticulación del sistema SIRA-SIRASE.
El foco está puesto en la agenda de competitividad, que nos pone en desventajas frente a otros países.
El ordenamiento de las posibilidades de hacer frente a los pagos en el exterior, son factores que nos permiten planificar de otra manera esa actividad exportadora. Ahora, el foco está puesto en la agenda de competitividad, que nos pone en desventajas frente a otros países.
-Dólar, precios, rentabilidad, impuestos ¿cuáles son las prioridades?
-Por un lado, en lo que es la discusión tributaria que se proyecta en materia de reforma tributaria. En nuestro sector, la presión fiscal es significativa en relación también a los principales exportadores mundiales de alimentos. Estoy hablando de una presión tributaria en el orden del 40 al 50%, según si es un alimento o una bebida.
Y en países como Estados Unidos, que es el principal exportador mundial de alimentos, esa presión fiscal se ubica en torno al 26%. O China, en torno al 20%. Estamos hablando de que entre 10 alimentos que compra una familia, 5 son impuestos.
Entonces para nosotros eso es una discusión impostergable y trascendental en términos de posibilidades para competir. A eso se suma la complejidad que corresponde a lo que es la estructura impositiva. Hoy conviven 155 impuestos en los distintos órdenes nacional, provincial y municipal.
Y otro aspecto que para nosotros es muy costoso, pero menos visible, es lo que generan los regímenes de pago a cuenta anticipado, en especial ingresos brutos.
-¿Cuál es el impacto económico?
-Recientemente hicimos un relevamiento con un grupo de empresas que participan de nuestro Departamento Fiscal y lo que relevamos es que los saldos acumulados en el último ejercicio fiscal llegaron a los $32.000 millones. Si lo extrapolamos al universo de 14.700 empresas que tenemos, es muy significativo. Al no ser de libre disponibilidad, se acumulan por tiempo indeterminado o se vuelven como un incobrable. Llegamos a registrar 100 meses de demora para la devolución de los saldos, según las provincias.

Lo que nosotros, en definitiva, concluimos es que esto tiene un costo de oportunidad: si pusiéramos de esa liquidez para la inversión, partiendo de lo que hemos relevado, es bastante significativo el impacto.
La agenda de competitividad, pensando en nuestra posición en relación a otros países, incorpora costos laborales no salariales que llega a ser entre un 25 y un 40% del salario bruto "de bolsillo", también la rigidez de los convenios colectivos que hacen que hoy las relaciones laborales no presenten una dinámica que podamos proyectar la modernización de funciones que por ahí eran inexistentes 30 años atrás. O a la inversa funciones que existían 30 años atrás y que hoy ya son obsoletas.

Y por otro lado, la litigiosidad que está afectada también por lo que es la actualización de las indemnizaciones. Al no haber una fórmula unificada para calcular las indemnizaciones el resultado se puede multiplicar por 20. También para la competitividad están los costos logísticos, que implican el transporte de carga terrestre, la operación en puertos donde un contenedor de 40 pies puede significar un 40% de costo por encima de lo que se opera en la región; estamos trabajando en ver cómo mejoramos en primer lugar la capacidad de carga, ahora con la habilitación de bitrenes hay una mejora en posibilidades de un mayor transporte de carga.
-¿Considerás que los bitrenes pueden circular por todas las rutas del país en las condiciones que están actualmente?
-Sí, todo hay que resolverlo y abordarlo de forma integral, ¿no? Está bien que se pueda lograr una mejora en el transporte o de la capacidad de carga. Está claro que al no contar con la posibilidad de un transporte vía ferrocarril o fluvial, limita muchísimo las posibilidades de volvernos más competitivos en ese sentido. En términos de infraestructura, está claro que la red vial tiene un gran desafío por delante, sobre todo en acondicionar y también en generar mayor densidad de autovías para tener otra dinámica también del transporte en general.



