Nuestro desafío generacional es el futuro

En torno a la pregunta por las causas del retroceso argentino, Roberto Mangabeira dice que prefiere dejar de considerar esta pregunta sobre el pasado a favor de una pregunta sobre el futuro. El cerebro humano puede anticipar el futuro por su capacidad de prospectiva. Este pensamiento utiliza los patrones de comportamiento habituales de los fenómenos que intenta predecir, usualmente denominados tendencias.
Proponemos anticipar el futuro de la Argentina basándonos en las tendencias de los últimos 10 años en cuestiones estratégicas para el desarrollo como la educación, la salud y la innovación científica. Esta mirada revelará más sobre nuestro presente que todos los enigmas de la historia. Dice Calvino en Las Ciudades Invisibles que los futuros no realizados son ramas del pasado: ramas secas; efectivamente, asomando la mirada hacia los futuros que serán y los que no serán, comprenderemos mejor qué somos y que no somos, hoy mismo.
En los últimos 10 años la Argentina redujo su mortalidad infantil un 32% (3,2% por año). Con ese mismo ritmo, para llegar al valor actual de Francia (3,1 defunciones cada 1.000 nacidos), tendríamos que esperar hasta 2041 en el promedio nacional, y hasta 2100 en el norte argentino.
La Argentina aumentó el porcentaje de personas que completan su educación secundaria, pero casi la mitad de los estudiantes de primaria no completará los últimos años de escuela secundaria. Para que 90% de nuestros chicos terminen con 12 años de escolaridad completa (valor de países avanzados), tendríamos que esperar hasta el año 2060.
Siguiendo en educación, la probabilidad de un argentino de obtener un título universitario creció 30% en la última década (de 10,4% en 2000 a 13, 7% hoy). Con este ritmo, para que el 40% de los chicos consiga un título universitario (el promedio actual en los países desarrollados es 37%), deberíamos esperar hasta el año 2050 (y el norte hasta 2100).
En cuanto a un punto clave como es la producción científica, Argentina publica unos 7.000 trabajos científicos originales por año en el campo de la biomedicina y Brasil 37.000. A juzgar por lo ocurrido en los últimos 10 años, para alcanzar el nivel actual de Brasil tendríamos que esperar unos 60 años. Resultados similares obtenemos con publicaciones en física, química, y otras disciplinas.
Si queremos achicar distancias con el mundo desarrollado es imprescindible avanzar más rápido. En el caso de la mortalidad infantil, por ejemplo, lograr una reducción sostenida del 10% anual nos pondría en el valor actual Francia en el año 2022. Se pueden realizar cálculos similares para los otros ejes estratégicos y en todos los casos el esfuerzo demandado es enorme, sostenido y de largo plazo.
A veces se aduce que estamos detrás porque somos un país joven. Eso es falso: Argentina nació 50 años antes que Alemania (1867), 140 años antes que la India (1956) o Australia (1954) y no menos de 130 años antes que la mayoría de los países de Europa del Este. Y si de legado cultural se trata, tenemos el mismo que Europa, Chile, Uruguay, México, Perú, Brasil, Estados Unidos o Colombia. Es hora de asumir nuestra mayoría de edad y, como adultos, planificar con seriedad nuestro porvenir.
Además de aburrido, es impropio seguir explorando la historia en búsqueda de las causas de nuestro fracaso. No están allí, sino en el futuro. Fracasamos si no prefiguramos con potencia demiúrgica un mañana de progreso para nuestro pueblo. Y a este respecto las tendencias revisadas constituyen un signo de alarma. De no aumentar nuestra velocidad de transformación, llegará el año 2050, el mundo será, ciertamente, otro, y nosotros continuaremos detrás. A esta nueva generación política se le impone vivir con los ojos clavados en el futuro. Porque como escribió Mangabeira, ...vivir para el futuro es vivir en el presente como un ser no determinado del todo por los escenarios presentes...
Luchar por cambiar nuestro futuro es la forma más genuina de ser mejores argentinos de hoy.
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